Según el Censo general de Población levantado en Honduras con las naturales fallas atribuibles a las circunstancias que rodeaban al país, tenía una población total de 489.367 habitantes en el año de 1901 y el de 1926, justamente al inicio del segundo cuarto del siglo veinte contaba ya con 700.811 pobladores, con un aumento en 25 años de 211.444 habitantes.
En el mismo período se habían creado dos nuevos departamentos para administrar mejor el territorio, los de Atlántida y Ocotepeque a los que se había dado vida durante los gobiernos del general Terencio Sierra y el general Manuel Bonilla, respectivamente.
La vida política del país había experimentado algunos cambios y a la vieja pugna entre liberales federalistas y conservadores había sucedido el enfrentamiento entre el Partido Liberal moderado que, dirigido por el general Manuel Bonilla, se llamó en 1911 Partido Republicano, y más tarde, Partido Nacional Democrático con la candidatura del Doctor Alberto Membreño y, Partido Nacional bajo la dirección del Abogado y general Tiburcio Carías Andino.
Los gobiernos del general Terencio Sierra, el Dr. Juan Ángel Arias, el general Miguel R. Dávila y el general Rafael López Gutiérrez pertenecieron totalmente al Partido Liberal y los del general Manuel Bonilla, el Doctor Francisco Bertrand y el general Vicente Tosta, al nuevo agrupamiento político que se denominó a la postre Partido Nacional y que, en los regímenes del Doctor Francisco Bertrand y el general Tosta, dio participación al contendor político. El primero, por haberlo establecido así los convenios de Tacoma, en la etapa provisional y, después, por libre y espontánea determinación del Primer Magistrado al suceder al general Manuel Bonilla, y el segundo por haberse convenido así en el Tratado o Convenio de Paz de Amapala del 3 de mayo de 1924.
Los ensayos a los que hacemos referencia tuvieron mucha importancia y coadyuvaron al logro de un mejor entendimiento interpartidario, suavizado de alguna manera, el choque de las pasiones políticas.
El Partido Nacional quedó constituido de manera definitiva en la Convención celebrada en la ciudad de Tegucigalpa en los primeros días de agosto de 1924, por acuerdo de los siguientes convencionales: por Olancho: abogado Andrés Felipe Díaz, profesor José Melitón Sarmiento y profesor Domingo Bustamante Rosales; por Islas de la Bahía, coronel Ramiro Carbajal; por Colón, abogado Francisco R. Zúniga y doctor Magín Herrera; por La Paz, Br. Alvaro Suazo y don Celestino T. Velásquez; por Yoro, abogado Federico Boquín Bustillo; por Copán, doctor Joaquín Tábora y don Alejandro López; por El Paraíso, don Gonzalo Córdova y don José María Albir; por Choluteca, profesores Mariano P. Guevara y Luis Felipe Lardizábal; por Gracias, coronel Jesús Cáceres Trejo y profesor J. Arcadio Pineda; por Ocotepeque, don Benjamín Chapeta y don Miguel Villela Vidal; por Atlántida, señor Salomón Sosa h.; por Santa Bárbara, doctor Joaquín Tábora y don Alberto Licona; por Intibucá, don Wenceslao M. Rivera y por Tegucigalpa, doctor Venancio Callejas y don Constantino S. Ramos.
En el año de 1922 se formó el Partido Comunista de Honduras y, en 1921, un grupo de jóvenes de Tegucigalpa intentó la fundación del Partido Revolucionario Hondureño que no sobrevivió.
A partir de 1899 se implantó en Honduras un régimen libérrimo de concesiones otorgadas a compañías estadounidenses que llegaban al país interesadas en promover el cultivo y la comercialización del banano a gran escala.
A la altura de 1924, trabajaban en el país las empresas Cuyamel Fruit Company, Tela Railroad Company, Vaccaro Brothers Company, después llamada Standard Fruit Company, y Truxillo Railroad Company, que, ofreciendo la construcción de muelles y ferrocarriles, lograron todo género de franquicias y tratamientos de privilegio, sin cumplir sus compromisos a cabalidad en ningún caso.
Por estas concesiones se construyeron muchos trayectos de vías férreas en el sector del norte que mostraban a Honduras como el país centroamericano con más kilómetros construidos de ferrocarril, a tiempo que lo señalaban como el primer productor de bananos en Centro América; pero a cambio de eso, grandes cantidades de tierra cayeron en manos de las empresas bananeras, se entrometieron en la política nacional, interviniendo hasta en el ascenso y derrocamiento de Presidentes. El resultado de tales actos de descarada intervención se concretó en la obtención de más concesiones o en la liberación de compromisos contraídos por medio de oportunos decretos del Congreso Nacional.
Durante el período, si bien disminuyó la intervención de los países vecinos en los asuntos internos, a excepción de la intromisión abierta de Nicaragua en la guerra de 1907, fue manifiesta la injerencia de una compañía bananera en la guerra civil de 1911 que derrocó al gobierno del doctor y general Miguel R. Dávila y en movimientos bélicos posteriores en los años de 1919 y 1924.
La intromisión de los Estados Unidos de América en los asuntos centroamericanos y en los hondureños en particular, se manifestó desde el año de 1906 cuando Honduras, El Salvador y Guatemala fueron presionados por el Presidente de los Estados Unidos de América, señor Theodore Roosevelt, y el Presidente de México, general Porfirio Díaz, para entenderse pacíficamente por medio de las conferencias celebradas a bordo del barco de guerra estadounidense «Marbiehead» sito en aguas del puerto de San José.
En el año de 1907, todos los países centroamericanos fueron casi obligados a suscribir en Washington el Tratado General de Paz y Amistad de 20 de diciembre de ese año y varias convenciones signadas en la misma ciudad, y el 7 de febrero de 1923 también lo fueron para suscribir un nuevo Tratado General que estuvo en vigor hasta 1933.
En 1911, el gobierno presidido por el doctor y general Miguel R. Dávila, al que se trató de obligar al principio a suscribir la llamada Convención Paredes Knox que era lesiva para los intereses de Honduras, se le presionó para que concurriera a las conferencias de paz celebradas a bordo del «Tacoma» anclado en aguas de Puerto Cortés. Como consecuencia, el general Dávila renunció a la Presidencia de la República y lo sustituyó el doctor Francisco Bertrand con carácter de Primer Designado, nombrado por el Congreso Nacional.
En 1919, la actitud del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de América, Señor Thomas Sambola Jones, fue determinante para la caída del doctor Francisco Bertrand de la Presidencia de Honduras. Con anticipación, el Presidente Bertrand fue urgido para romper relaciones con los llamados Imperios Centrales, durante la guerra de 1914 a 1918 y, después, a declararles la guerra.
La política de los Estados Unidos de América se opuso en 1921 al establecimiento de la República de Centro América, anhelo por el que lucharon ese año El Salvador, Honduras y Guatemala.
Los representantes que el gobierno provisional de la República designó para que explicaran al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América los fines que se perseguían con la realización del anhelo federal, fueron tratados con menosprecio y desatención.
También el gobierno de los Estados Unidos de América, por medio de su Ministro en Honduras, señor Franklin E. Morales, tomó participación muy directa en los sucesos políticos de 1923 y 1924, como puede demostrarse con abundante documentación, pues, mientras se peleaba en Tegucigalpa, un grupo de marinos de los Estados Unidos llegó a la capital desde el barco de guerra Milwaukee, a sabiendas de que el acto lesionaba la soberanía hondureña.
De esos hechos lamentables surgieron muchas voces de protesta entre las que es oportuno señalar la vibrante carta del doctor Vicente Mejía Colindres para el Presidente de los Estados Unidos de América. También se publicaron protestas en el «Boletín de la Defensa Nacional» publicado diariamente por el poeta Froylán Turcios, el poema «Aguilas Conquistadores» de Luis Andrés Zúñiga y varios artículos condenatorios de la política de los Estados Unidos en la prensa hondureña entre 1914 y 1924.
Desde los primeros años del gobierno del Doctor Francisco Bertrand, se empezaron a fundar en el país asociaciones de artesanos a las que el Ministerio de Gobernación extendió su personalidad jurídica y el gobierno estimuló con entusiasmo. Con posterioridad se estableció una Federación Obrera Centroamericana, una Federación Obrera Hondureña y las primeras organizaciones que pueden considerarse, con justicia, como antecedentes de los sindicatos de trabajadores.
En estas agrupaciones empezó a surgir el fermento reivindicatorio, como se vio en los movimientos huelguísticos de 1916 y 1920, ocurridos, respectivamente, en las plantaciones bananeras de la Cuyamel Fruit Company y en las de Vaccaro Brothers Company, por las que los trabajadores lograron algunas concesiones, aunque el primero fue tratado con mano dura por el Gobierno.
La Revolución Mexicana de 1910, en la que participaron incluso algunos hondureños, y la Revolución Rusa de 1917 influenciaron en Honduras. En los años iniciales de la década de los veinte, los trabajadores de Honduras ya habían enviado delegados a Moscú y se distribuían volantes para fundar el Partido Comunista de Honduras, como ocurrió, en la semiclandestinidad, en el año de 1922.
Las vías de comunicación del país experimentaron algún avance en los primeros 25 años del siglo veinte. Cuando el Presidente Sierra entregó el poder al Consejo de Ministros el 30 de enero de 1903, Honduras sólo contaba con la carretera del sur, desde Tegucigalpa hasta las proximidades del pueblo de La Venta. A finales de 1924, ya estaba construida toda esa vía; la carretera del norte estaba construida el tramo que va desde la capital hasta El Jaral, aprovechando la ruta del lago de Yojoa y la carretera de Olancho que llegaba hasta Talanga.
A principios de siglo, sólo estaba la línea férrea desde Puerto Cortés a Pimienta y, a finales de 1924, el Ferrocarril Nacional llegaba hasta Potrerillos y había caminos de hierro de Cuyamel a Omoa; de Búfalo a Baracoa; de Baracoa a Tela; de Progreso a Tela; de la Tela a La Ceiba; de La Ceiba a Olanchito; de la Ceiba a Trujillo y de esa ciudad a otras localidades del departamento de Colón. Estos ferrocarriles pertenecían a las compañías bananeras y éstas levantaron sus rieles cuando ya no les convino mantenerlos, como pasó en las líneas de la Cuyamel y de la Truxillo Railroad Company.
Ya en el año 1924 Honduras tenía comunicación inalámbrica con el exterior, el sistema telefónico existía en las principales ciudades y el telégrafo se había extendido a todo el país.
A partir del 1920 se inició la actividad encaminada al establecimiento de líneas aéreas de navegación y desde Tegucigalpa se efectuaron vuelos a Managua, San Salvador y San José de Costa Rica; se intentó el establecimiento del correo aéreo y se mantuvo algún movimiento del pasajeros por esa vía entre la Costa Norte, especialmente La Ceiba y San Pedro Sula, con Tegucigalpa.
La agricultura experimentó gran desarrollo con el cultivo del banano y la caña de azúcar en la Costa Norte. El banano vino a constituir el principal renglón de exportación del país. También experimentó algún avance la ganadería, a pesar de las guerras civiles, y cobraron alguna significación los cultivos del tabaco y del café. En la Costa Norte tomó auge el aprovechamiento del coco en los departamentos de Islas de la Bahía, Cortés, Atlántida y Colón. El corozo logró altos precios durante los años de la Primera Guerra Mundial.
La actividad minera se incrementó en San Juancito, Valle de Angeles, Yuscarán y otras regiones de Honduras, casi sin beneficio apreciable para el país. El sistema de concesiones facilitaba la explotación despiadada del trabajador nacional, la salida del país de grandes recursos y, como consecuencia final, las enfermedades propias de este tipo de explotaciones en las poblaciones mineras.
La industria marcó algunos avances estimables. Se establecieron en Montecristo, en las proximidades de La Ceiba y en La Lima, dos sendos ingenios azucareros; en La Ceiba se montó una fábrica de calzado y otra de manteca vegetal; continuaron estableciéndose fábricas de aguas gaseosas, de cerveza, jabones y velas. Aparecieron las primeras fábricas de telas y, en San Pedro Sula, se fundó la Tabacalera Hondureña S.A., cuyo principal producto fue el cigarrillo «King Bee»; en Choluteca surgió una fábrica de capotes de hule y en Copán y Santa Bárbara continuaron fabricándose puros y sombreros. Choluteca y Olancho se distinguieron por sus quesos de excelente calidad y por los astilleros de Oak Ridge y French Harbor, en el departamento de las Islas de la Bahía, continuaron saliendo pequeñas embarcaciones muy solicitadas en los países vecinos y en los Estados Unidos de América.
Se experimentaron algunos avances en la atención de la salud pública. Se mejoró el Hospital General y se abrieron otros en San Pedro Sula y La Ceiba. Se creó la Dirección General de Sanidad y se mantuvo bajo control las epidemias.
Los gobiernos y entidades particulares estimularon los avances educativos estableciendo abundantes centros de educación media entre los que ocuparon sitio destacado el Instituto Nacional, la Escuela Normal de Varones y la Escuela Normal de Señoritas de Tegucigalpa, verdaderos semilleros de los que surgieron los futuros estudiantes universitarios y los maestros y maestras que en toda la República tomaron a su cargo al educación primaria y la educación media en los colegios establecidos en las cabeceras departamentales.
La Universidad de Honduras funcionó al principio con las facultades de Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Sociales y de Medicina y Cirugía y agregó después la Facultad de Ingeniería.
Se empezaron a generalizar las escuelas rurales en aldeas y caseríos; se establecieron escuelas nocturnas de adultos y escuelas en presidios y guarniciones; se mantuvo la Escuela de Artes y Oficios y también se mejoró la Escuela Militar, denominada Academia durante el segundo período de gobierno del doctor Francisco Bertrand.
Los gobiernos de Manuel Bonilla y Francisco Bertrand estimularon la cultura. Fomentaron la llegada al país de buenos espectáculos; apoyaron a poetas y escritores; auspiciaron la edición de obras nacionales, abrieron concursos y celebraron los juegos florales.
La aparición del diario El Cronista en abril de 1912, como un periódico independiente, fue muy significativa. También se hicieron presentes en el medio intelectual publicaciones como las revistas Esfinge, Tegucigalpa, Ateneo de Honduras, Hispanoamérica y otras, de vida muy breve algunas, que contribuyeron a elevar los valores intelectuales de Honduras en el exterior.
En las ciudades de San Pedro Sula y La Ceiba se publicaron diarios de mucha importancia como El Norte que apareció bajo la dirección del periodista don Vidal Mejía y se mantuvo durante varios años.
Se generó un movimiento intelectual en el país, a partir de 1901. Escritores finiseculares entre los que estaban Juan Ramón Molina, Froylán Turcios, Jerónimo J. Reina, José Antonio Domínguez, Rómulo E. Durón y Carlos Alberto Uclés. A ellos se unieron en la primera década del siglo Augusto C. Coello, Luis Andrés Zúñiga, Julián López Pineda, Paulino Valladares, Ángel R. Fortín y Ramón Ortega y más adelante, Alfonso Guillén Zelaya, Rafael Heliodoro Valle, Joaquín Soto, Alonso A. Brito, Adán Canales, Alejandro Castro P., Guillermo Bustillo Reina, Martín Paz y Salatiel Rosales.
La novelista doña Lucila Gamero de Medina continuó su obra creadora publicando su mejor novela Blanca Olmedo y surgieron narradores como Arturo Mejía Nieto y Arturo Martínez Galindo.
Para desgracia del país continuó la guerra civil asolando Honduras en forma despiadada. En los primeros 25 años del siglo se produjeron las guerras de 1903, 1907, 1911, 1919 y 1924 que derrocaron los gobiernos del doctor Juan Angel Arias, del general Manuel Bonilla y el doctor Francisco Bertrand y la dictadura del general Rafael López Gutiérrez y el Consejo de Ministros. Además, hubo tres intentonas armadas contra el gobierno de Dávila; una contra el gobierno interino de Bertrand; otra contra el gobierno del general Manuel Bonilla en 1912; una más contra el doctor Bertrand en 1917; unas cuantas contra el Presidente general Rafael López Gutiérrez y el movimiento del general Gregorio Ferrera contra el gobierno provisional de Tosta.
Como consecuencia de estos sucesos bélicos, algunos de los que tuvieron justificación por su carácter reinvindicativo, el empobrecimiento del país fue general, la agricultura decayó, la ganadería sufrió cuantiosos daños, la deuda pública se incrementó; aumentaron los generales y coroneles surgidos de la violencia y el nombre del país fue arrastrado inmisericordemente a los abismos del descrédito.
Sólo el general Manuel Bonilla, en 1913 no fue derrocado por un movimiento armado, quizás porque murió en ejercicio del poder. Movimientos armados derribaron al doctor y general Miguel R. Dávila y al doctor Francisco Bertrand. El general Terencio Sierra entregó el poder antes de terminar su período, envuelto en una maniobra política que fue funesta para el país. El general Rafael López Gutiérrez, también, por otra maniobra política, murió en ejercicio de la Presidencia de facto mientras se combatía en los alrededores de Tegucigalpa.
Tres presidentes, el doctor Francisco Bertrand, el doctor Francisco Bográn, y el general Vicente Tosta entregaron pacíficamente la presidencia a sus sucesores elegidos por el pueblo: el doctor Bertrand, al general Rafael López Gutiérrez el 1 de febrero de 1920 y el general Vicente Tosta al doctor Miguel Paz Barahona el 1º de febrero de 1945.
El romanticismo unionista propició dos movimientos encaminados a lograr la reunificación de Centro América: uno promovido por el gobierno del doctor Francisco Bertrand en 1917 y el otro por el del general Rafael López Gutiérrez en 1921.En ambas oportunidades el pueblo concedió amplio respaldo a sus gobernantes para promover la cruzada unionista y, en las dos circunstancias, fue un fracaso, ademáa del gasto de energías y de apreciables sumas de dinero que hacían falta para otros rubros.
En 1918, y como una maniobra política de los dos gobernantes de El Salvador y Honduras, trataron de unirse estos dos países en una sola entidad, desde luego, con muchas perspectivas de fracaso.
El impulso más serio que se efectuó para fundar de nuevo la República de Centro América fue en 1921 y fracasó por la acción de Guatemala, cuya fuerza armada derrocó el gobierno de don Carlos Herrera para establecer el del general José María Orellana. El movimiento de 1917 fue hábilmente minado por Nicaragua, movida en su actuación por la política estadounidense interesada en establecer una base naval en el Golfo de Fonseca en los días en que se iniciaba la primera guerra mundial.
Durante 25 años gobernaron el país cuatro militares: Terencio Sierra, Manuel Bonilla, Rafael López Gutiérrez y Vicente y Vicente Tosta; tres de ellos generales de división y Tosta general de brigada con formación académica.
También gobernaron cinco civiles, tres de ellos médicos y cirujanos: Juan Ángel Arias, Francisco Bertrand y Francisco Bográn y dos abogados, Miguel R. Dávila y Alberto Membreño.
De ellos, sólo Membreño y Bográn, quizás por lo breve de su ejercicio, se salvaron de cometer pecados de arbitrariedad contra sus conciudadanos. Todos los demás, a su hora, atropellaron las libertades públicas, restringieron la libre emisión de las ideas, encarcelaron o pusieron en alta arbitraria a periodistas y expulsaron del país a hondureños de mucho mérito.
Los tiempos, por lo general, fueron de violencia y la pasión política obligó a los gobernantes a incurrir en el uso de la arbitrariedad y el despotismo.
Para finalizar este breve resumen debemos decir que el Presupuesto General de Egresos e Ingresos de la Nación para el año económico de 1900 a 1901, fue de 2.423.000 pesos, y el Presupuesto para el ejercicio fiscal de 1924 a 1925, de 10.822.440 pesos con 56 centavos.
Visión de Honduras por Estados Unidos y los Aliados,
según fue publicada en la revista de propaganda
‘En Guardia’, Vol. 3, Núm. 7, durante la guerra.
Manuel Bonilla 1-2-1903
Al comenzar el siglo XX, Honduras era un país agrario con medio millón de habitantes. El 01 de febrero de 1903, tras una guerra civil, asumía la presidencia con respaldo popular el General Manuel Bonilla, nacido el 7 de junio de 1849 en Juticalpa, pero por otro lado, el 18 de febrero, el vicepresidente Sierra imponía como Presidente de la República a Juan Ángel Arias. Bonilla se rebeló y obtuvo el respaldo del pueblo asumiendo la presidencia de facto el 12 de febrero y por ello Arias terminó su efímero mandato el 13 de abril. El 01 de marzo de 1906, Bonilla juramentaba como Presidente Constitucional de la República. A continuación, con el mejor estilo autoritario, Bonilla derogó, por séptima vez en la historia del país, la Constitución del Estado. Con el concurso de los mejores juristas que pudo reunir, estudiaron las cartas magnas de otros países y redactaron, además de la Constitución, todo un paquete de leyes que fueron aprobadas en 1906 y de paso disolvió el Congreso y apresó a sus opositores liberales. Ese año, las relaciones con Guatemala se enrarecen y desembocan en una guerra que termina con le Pacto Barblhead. Ese mismo año también, el Rey de España dictó el laudo de límites con Nicaragua que llevó a la revisión de las tres líneas fronterizas. A causa del laudo, en 1907 estalla la guerra con Nicaragua que provoca la caída de Bonilla quien es derrocado por los liberales con el respaldo del presidente de Nicaragua José Santos Zelaya. El 25 de marzo asume el control el Consejo de Ministros con Miguel Oqueli Bustillo, Máximo B. Morales, J. Ignacio Castro.
Miguel Dávila 18-4-1903
El 18 de abril de 1907, asume la presidencia con carácter provisional, quien fue vicepresidente en el régimen anterior, General Miguel R. Dávila. El primer acto del nuevo mandatario fue restituir la Constitución de 1894. Manuel Bonilla marchó al exilio y se dedicó a conspirar, propiciando la entrada de revolucionarios hondureños procedentes de El Salvador, pero el intento fue sofocado. El 01 de marzo de 1908 jura el cargo de presidente.
A lo largo de esos años, los compradores estadounidenses de bananas pasaron a ser cultivadores, mediante concesiones del gobierno, lo que les permitió hacer inversiones en la agricultura y convertirse en propietarios de la tierra. Normalmente los agricultores llevaban la fruta a las playas donde eran cargadas en lanchones y de ahí a los barcos estadounidenses que los transportaban a los puertos de EEUU. Los primeros concesionarios fueron W. Streich, quien vendió su concesión a Samuel Zemurray, y la Vaccaro Brothers, una empresa familiar también estadounidense.
Samuel Zemurray fundó la «Cuyamel Fruit Company» y los hermanos Vaccaro asociados con los Dantoni fundaron la «Vaccaro Brothers», que luego sería la «Standard Fruit Company». En el año 1911 el proyecto del ferrocarril financiado por los ingleses, era un fracaso que arrastraba una deuda impaga que sólo acumulaba intereses. De aprobarse el Tratado Paredes-Knox la deuda pasaba a manos de los banqueros de la J. P. Morgan quien impulsaría la terminación del ferrocarril que pasaría en concesión a la Rosario Mining y Honduras garantizaba el pago de la deuda, con los ingresos aduaneros. Estados Unidos se convertía en fiscalizador, vigilando el cumplimiento de los acuerdos, en especial por parte de Honduras.
A los concesionarios estadounidenses, esta fiscalización les molestaba porque dependían del ferrocarril manejado por la compañía minera, el paso por las aduanas controladas por la J. P. Morgan que debía pagar la deuda a los ingleses mediante los ingresos que obtenía por el tráfico marítimo, vigilado todo por el Departamento de Estado. Samuel Zemurray vio como alternativa, financiar la revuelta de Manuel Bonilla para luego pasarle la factura al gobierno beneficiando al millonario negocio bananero.
Francisco Bertrand Baraona 28-3-1911
El Tratado Paredes-Knox hacía peligrar la soberanía de Honduras si EEUU ponía como excusa la inseguridad reinante en el país y el pretexto de proteger las inversiones estadounidenses. Dicho sea de paso, las inversiones estadounidenses no eran ya sólo de las empresas bananeras sino de bancos, entidades financieras y proveedores de bienes y servicios. Bonilla encuentra su oportunidad protestando por el Tratado Paredes-Knox y derroca al gobierno de Dávila. Estados Unidos tuvo que reconocer que Manuel Bonilla y Zemurray habían ganado la partida, que la clase política hondureña no veía con buena cara el tratado y que los empresarios bananeros en Honduras eran parte de la diplomacia del dólar. Bonilla es llevado en el USS Tacoma a Honduras y Miguel Dávila es derrocado, asumiendo la presidencia, Francisco Bertrand Baraona.
A todo eso, la Minera Rosario se quedó con sólo su concesión, pero se benefició más tarde con la exportación de minerales a Estados Unidos durante las dos guerras mundiales, un negocio que en los momentos de tensión bélica era tan productivo como el de la fruta en tiempos de paz. Por su parte, con el propósito de fortalecer el negocio de la fruta, Zemurray abogó por una nueva concesión bananera a favor de la «United Fruit Company». Zemurray comenzó comprando la fruta en mal estado que la United rechazaba en el puerto de Nueva Orleáns, convirtiéndose así en una especie de competidor y socio a la vez. La «United Fruit Company» ya tenía concesiones en Costa Rica, Guatemala, Colombia, Panamá y República Dominicana y era mucho más poderosa que Zemurray, pero la producción bananera de Honduras superaba la suma de la producción de los demás países centroamericanos. Las transnacionales estadounidenses se repartieron las fértiles tierras de la Costa y se formó un latifundio bananero que subyugó la soberanía hondureña. Con su enorme poder económico, la United constituyó en Honduras un enorme emporio bananero cuya capital fue el valle del Sula desde La Lima a Tela, y al oriente, en el área de Puerto Castilla y Trujillo. Al occidente del Valle de Sula y en dirección a Guatemala, se encontraba la posesión de la Cuyamel. La Ceiba y sus alrededores era propiedad de la Standard cuyo principal accionista era la Vaccaro Brothers.
Las bananeras controlaban toda la vida nacional, desde el ejecutivo hasta la prensa, pasando por el Congreso y las Fuerzas Armadas. Las dos más poderosas, la Cuyamel con Zemurray estaba aliada a los liberales, mientras que la United simpatizaba y estrechó lazos con el Partido Nacional. Obviamente la internacional United era mucho más poderosa que la Cuyamel que después de todo sólo operaba en Honduras, aunque obviamente ambas eran capitales estadounidenses bien protegidos por el Departamento de Estado. Adicionalmente a las concesiones se añadieron los comisariatos, que gozaron de exenciones legales para importar todo el equipo necesario para las explotaciones agrícolas, pero que fueron ampliadas para importar implementos domésticos, ropa, comida, bebidas, artículos deportivos. Todos esos productos se vendían, sin pagar impuestos al estado, en los comisariatos de las compañías bananeras. Por si fuera poco, aunque existía una moneda nacional, en la costa circulaba el dólar, no sólo en billetes sino en monedas, formando una banca paralela a la del Estado.
Manuel Bonilla Chirinos 01-2-1912
El 01 de febrero de 1912, Manuel Bonilla recuperó la presidencia, pero no duró mucho en el cargo, porque murió en 1913; quien sí gozó de los beneficios fue Samuel Zemurray que prosperó y ganó influencias en la esfera del gobierno.
Francisco Bertrand Baraona 21-3-1913
Luego de la muerte de Bonilla, el Congreso nombra nuevamente Presidente Encargado a Francisco Bertrand. Al año siguiente, en 1914, ocurrió la primera huelga minera, en la Mina San jacinto. Ese mismo año, el Tratado Bryan-Chamorro referente a la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua y que otorga a Estados Unidos una base en la Bahía de Fonseca, es motivo de la protesta del gobierno de Bertrand, pero no interviene en la demanda presentada ante la Corte de Justicia Centroamericana. El conflicto en Europa y el alza en los precios benefician a la Minera Rosario que incrementa sus exportaciones de mineral a Estados Unidos.
Francisco Bertrand Barahona 01-2-1916
Bertrand asume nuevamente la presidencia el 01 de febrero de 1916. En dos años la situación no sufre mayores cambios, hasta que en 1918 empeora el conflicto fronterizo con Nicaragua. Por mediación del Departamento de Estado de Estados Unidos, los dos países aceptan detener el conflicto aceptando el status quo. Bertrand que pretende perpetuarse en el poder con la presión de Estados Unidos es derrocado en setiembre de 1919 y es reemplazado por el Consejo de Ministros compuesto por Salvador Aguirre, Santiago Meza Calix, Leopoldo Cardona, Jesús Bendana, Héctor Valenzuela y Federico Smith.
Rafael López Gutiérrez 01-2-1920
El 01 de febrero de 1920 asume el cargo de Presidente Constitucional de la República el General Rafael López Gutiérrez. En 1921 un pacto restablece la unión centroamericana, constituyéndose un Consejo Federal y una Asamblea Centroamericana. Pero sólo se adhieren Honduras, El Salvador y Guatemala. En 1923 López Gutiérrez proclama la Ley Marcial. López se mantiene en el poder y es reelegido el 01 de febrero de 1924. En 1924 López Gutiérrez se declara dictador, pero un golpe de Estado del General Vicente Tosta desemboca en una guerra civil. El presidente López fallece el 10 de marzo.
Vicente Tosta Carrasco 30-4-1924
Asume el poder el Consejo de Ministros y la sangrienta guerra civil termina con la firma de un pacto de paz en el barco de guerra estadounidense USS Denver. El Consejo de Ministros presidido por Roque J. López y Francisco Bueso que asumió la dirección del Estado y designa a Vicente Tosta Carrasco como Presidente Provisional quien juramenta el 30 de abril de 1924.
Tosta convocó a una Constituyente para dictar una nueva Carta Magna. Luego convocó a elecciones de diputados, pero el 6 de Agosto de 1924, el General Gregorio Ferrera, Ministro de Guerra, se alzó en armas. La Asamblea delegó el Poder Ejecutivo en el General Tosta, quien declaró el Estado de Sitio y sancionó la Nueva Constitución. El General Ferrera se atrincheró en Lepaterique y tomo luego Lamani, La Esperanza, Gracias, Santa Rosa de Copan y otros lugares donde tenía partidarios. El General Tosta dejó el poder para combatir personalmente al General Ferrera y lo derrotó en uno de los combates más sangrientos de la historia de Honduras, en Ajuterique, La Paz. El General Ferrera buscó refugio en Guatemala.
Miguel Paz Barahona 01-2-1925
La Asamblea Constituyente convocó a elecciones resultando elegido como Presidente Constitucional de la República, Miguel Paz Barahona y desembarcan en Honduras tropas estadounidenses. Durante su gobierno no se realizaron importantes obras materiales, pero se produjo un lapso de relativa tranquilidad social. Garantizó el regreso de los asilados políticos y se llegó a un arreglo para cancelar la deuda con Inglaterra celebrando el Contrato Alcerro-King y recobrando su crédito en el extranjero. Persiguió a periodistas y opositores a su política incondicional con los intereses de Estados Unidos.
Vicente Mejía Colindres 01-2-1929
El 01 de febrero de 1929 asume el poder el doctor Vicente Mejía Colindres, candidato liberal, que sufre un atentado durante la toma de posesión. En los inicios de su gobierno hubo relativa tranquilidad y un intento de recuperación económica; pero la depresión económica mundial afectó la economía nacional y la guerra civil se reanudó.
Tiburcio Carias Andino 01-2-1933
01 de febrero de 1933, tras un período de agitación asume el poder el General Tiburcio Carías, un corpulento hombre de 2 metros de estatura y más de 100 kgs de peso, fundador del Partido Nacional. Carias era un positivista y laico que mantuvo a la Iglesia Católica separada del gobierno con el simple expediente de no aprobar a ningún candidato a al arzobispado. Durante su mandato confiaba más en su fuerza paramilitar que en el ejército regular debido a su desconfianza en los militares de carrera. Sus relaciones con Washington eran muy estrechas y seguía al pie de la letra los dictámenes que recibía, en especial si se trataba de expropiar las propiedades de los alemanes. Por supuesto que los bienes expropiados iban a parar a manos de sus partidarios y los privilegiados por el régimen. Los favorecidos mantenían una incondicional fidelidad al régimen alimentado por el paternalismo y el clientelismo político. Su política de represión en contra de los opositores al régimen era sangrienta e implacable.
En 1935 decreta la Ley de Colonización Agrícola, pero en 1936 por medio de reformas constitucionales es reelegido por la Asamblea Constituyente en una sesión de Congreso Ordinario. Aprobada la nueva Constitución queda fijado el término presidencial en seis años con reelección. Cuando las empresas bananeras cerraron operaciones en Trujillo, levantaron sus vías férreas, impidiéndose cumplir el sueño de la vía interoceánica, la cual ni siquiera llegó a Juticalpa. Hasta entonces, las vías férreas comunicaban las fincas y los muelles, que eran también propiedad de las bananeras y embarcaban el producto en sus propios barcos. En 1938, la deuda del empréstito ferroviario se rebaja de 30 millones a un millón 200 mil libras pagaderas en treinta años.
En 1940 Honduras cuenta con una población de un millón de habitantes. En marzo de 1940, en Tegucigalpa fue inaugurado el «Chico Club, lugar de reunión de lo más granado de la sociedad capitalina y de los más connotados políticos del régimen que participaron en una Cena amenizada por la Orquesta Tropical de Antonio Medina. En ese club la vajilla era importada de Alemania, cosa que no podía ser del completo agrado de los magnates bananeros. Al estallar la guerra, pronto los submarinos alemanes amenazan a los mercantes que transportan materias primas desde centro y Sudamérica, por lo que las exportaciones bananeras sufren una merma que se deja sentir en la economía hondureña. Luego, en 1941, por la presión de Estados Unidos Honduras rompe relaciones con Alemania poco después del ataque japonés a Pearl Harbor.
Fue aliado de los dictadores Ubico, de Guatemala, Somoza de Nicaragua y Hernández Martínez de El Salvador. Pero, en 1944 fueron derrocados Ubico en Guatemala y Martínez en El Salvador. Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno frustra una invasión de grupos revolucionarios procedentes de Guatemala, Nicaragua y El Salvador. A estos intentos se sumaron posteriores manifestaciones de oposición en Tegucigalpa y en San Pedro Sula. Tiburcio Carías gobernó 16 años, los primeros cuatro elegido por el pueblo y los posteriores sin consultarle a nadie.
Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos dejó de prestarle apoyo irrestricto, aumentando la oposición interna y en 1948 ya no pudo postular para una nueva reelección.
Fuente: http://www.historiadehonduras.hn