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LAS ELECCIONES DE 1954

Al no existir quórum en el Congreso Nacional con el fin de elegir al ganador en las elecciones de 1954 y no recurrirse a la decisión de la Corte Suprema de Justicia, el Vice-Presidente Julio Lozano (quien había asumido la Presidencia ante el permiso solicitado por Juan Manuel Gálvez se auto-declaró Jefe de Estado el 6 de diciembre, asumiendo la totalidad de los poderes del Estado.

En declaraciones iniciales dio a entrever que su permanencia duraría dos años. «Mi gobierno actuará como un sol magnífico que ilumina a todos sin quemar a nadie». El mismo día… se conformó un Consejo de Estado para aconsejarlo y asistirlo en el manejo del gobierno mientras se preparaba una nueva constitución por parte de una Asamblea Constituyente… Interrogado por los periodistas, aseguró que estaba completamente apoyado por el Partido Nacional y que estaba seguro que los liberales cooperarían también en sus esfuerzos por proteger a Honduras hasta que el orden constitucional fuera restablecido.

Al día siguiente el Jefe de estado Julio Lozano otorgó amnistía política a todos aquellos encarcelados por razones políticas durante los últimos tres años. Este acto lo proclamó como un gesto en favor del completo restablecimiento de los derechos civiles. Por implicación, estaba condenando las políticas de su amigo y antiguo jefe, Juan Manuel Gálvez, al sugerir que los derechos civiles no habían sido correctamente protegidos. La acción de Julio Lozano Díaz fue bien vista al inicio. Ramón Villeda Morales expresó alivio que se había evitado al recurso a la violencia. Tiburcio Carías Andino visitó a Julio Lozano durante noventa minutos el 9 de diciembre d e1954 para ofrecer el apoyo del Partido Nacional. Al final de la reunión los dos se abrazaron cordialmente. El movimiento laboral saludó las medias de emergencia con aprobación. Su vocero, Gustavo Adolfo Zavala, le dijo a la prensa que estaba organizando sindicatos sobre la base de ideales democráticos.

El año 1955 en Honduras fue al principio una lucha de Julio Lozano por establecer alguna forma de calma política. Sus más enérgicas actividades fueron dedicadas a ese objetivo. El 15 de enero solicitó a los directores de los tres partidos políticos que cerraran sus oficinas en Tegucigalpa durante el mes, abriéndolas solamente una hora en la mañana y otra por la tarde. Un mes más tarde, con considerable agitación tras bambalinas, Julio Lozano lanzó un llamado a los partidos para que se abstuvieran de actividades que estimularan un clima de agitación política. Acusándose de «una cierta atmósfera de obstrucción», expresó desencanto de que después de dos meses, aún tenía que emitir tales reprimendas.

En marzo de 1955, después de varias semanas de aparente calma, la policía descubrió planes comunistas para intensas maniobras antigubernamentales. Un proyectado congreso de jóvenes comunistas en Tegucigalpa fue prohibido… poco después proclamó una prohibición por treinta días para reuniones políticas. No se permitieron reuniones o concentraciones de naturaleza política… El 20 de mayo del mismo año, Julio Lozano anunció que la inscripción de los votantes empezaría en junio. El proceso de cinco meses trataría de establecer la elegibilidad o no elegibilidad de cada ciudadano para votar por una Asamblea Nacional Constituyente. El Jefe de Estado expresó la esperanza de que, una vez fuera electa la Asamblea, se redactaría una nueva constitución y para 1956 los electores pudieran elegir al Presidente y al Congreso.

El órgano del Partido Liberal, diario «El Pueblo», publicó una declaración en el sentido de que Ramón Villeda Morales era el Presidente de Honduras, a pesar de las demoras para su toma de posesión, y que la libertad electoral estaba siendo restringida por decreto gubernamental… Los esfuerzos de Lozano por implementar un nuevo gobierno legalmente constituido caminaban a paso lento. Cuando el período de inscripción de cinco meses concluyó en octubre, la meta no había sido completada por lo que el Jefe de Estado otorgó una extensión de dos meses.

Mientras tanto, el 12 de octubre de 1955, en la residencia del Profesor Mariano P. Guevara, en Tegucigalpa, se constituyó el Movimiento Unión Nacional, siendo uno de los propósitos el de lograr la unidad del Nacionalismo y del Reformismo bajo la bandera del Partido Nacional, conviniéndose en realizar entrevistas con el Gral. Tiburcio Carías Andino, el Ing. Y Gral. Abraham Williams Calderón y con don Julio Lozano Díaz, para informarles de los objetivos que perseguía el Movimiento.

El PUN incluía a burócratas cuyos puestos estaban en sus manos así como a importantes elementos del Ejército. En este núcleo Lozano formó el Partido de Unión Nacional (PUN) esperando crear un poder electoral personal. Aunque aún un grupo minoritario, el PUN llegó a ser una fuerza política reconocida cuando se le sumaron los reformistas. Finalmente, admitiendo su debilidad, los reformistas escogieron a Julio Lozano más bien que a los otros dos partidos a los que se habían opuesto tan encarnizadamente. Abraham Williams Calderón, el portaestandarte Reformista en 1954, estuvo de acuerdo con la coalición. Presumiblemente sus ambiciones fueron superadas por las de Julio Lozano Díaz.

En junio los liberales se reunieron en Tegucigalpa para su Convención Nacional. Sinceramente temerosos de que Lozano se aseguraría la perpetuación en el poder mediante el Tribunal Supremo Electoral en las elecciones para la Asamblea.

Constituyente, los liberales se prepararon para la elección, esperando poder prevenir que Lozano ganara una mayoría en la Asamblea. Sus reuniones fueron hostilizadas por Lozano. Se le ordenó a la Policía Nacional que colocara a la capital «fuera de límites» para todos los liberales no tegucigalpenses. Cualquier demostración política iba a ser encarada con la fuerza. En un esfuerzo por asegurar su posición, Lozano finalmente fijó la fecha para las elecciones a la Asamblea Constituyente el siete de octubre de 1956.

Honduras quedó aturdida cuando el 9 de julio Ramón Villeda Morales fue arrestado, llevado a un aeropuerto y expulsado al exilio en Guatemala. Fue acompañado por dos otros prominentes liberales: el jefe del partido Francisco Milla Bermúdez y el editor de «El Pueblo», Oscar A. Flores. A ninguno se le dio aviso alguno. Casi al mismo tiempo Lozano se dirigió a la nación para explicar la deportación… Anunció que Villeda Morales había tratado de organizar una huelga general de trabajadores, obstaculizando así el funcionamiento del gobierno. «Honduras implemente no puede permitir una huelga general en este momento no había otra alternativa», Villeda Morales respondió desde Guatemala sosteniendo que su expulsión era «inexplicable». La acción solamente podía ser interpretada como una «señal de inseguridad y debilidad del gobierno de facto de Julio Lozano». Negó complicidad en cualquier trama y caracterizó su captura «en forma tumultuosa», sin ninguna explicación».

Nada pudo haber provocado más problemas en Tegucigalpa. Los estudiantes universitarios atacaron durante una semana a la policía, tanto verbalmente como de otras formas. Media docena de manifestantes fueron heridos y muchos otros encarcelados. El nuevo Palacio Legislativo fue apedreado en una ocasión; la policía disolvió varias manifestaciones con gases lacrimógenos y en una ocasión disparó para disolver una protesta estudiantil en un colegio de Tegucigalpa.

Los problemas no se limitaron a la capital. El 17 de julio, la policía mató a dos hermanos en La Ceiba, dirigentes de Juventud Liberal y el semanario «Basta», fueron encarcelados por subversión. Después de dos semanas, Honduras empezó a calmarse.

Villeda Morales se había trasladado de Guatemala a Costa Rica y justo cuando la situación parecía estar bajo control, una revuelta en un cuartel intentó por la fuerza derrocar al Gobierno. A la una y media de la madrugada del primero de agosto, las unidades de infantería del Cuartel San Francisco, dirigidas por el Mayor Santos Sorto Paz enviaron tropas a la ciudad para capturar puntos estratégicos. Se llamó al Primer Batallón de Infantería para combatir a los rebeldes y para las seis de la mañana los cuatrocientos insurrectos habían sido repelidos y empujados de nuevo hacia el interior del cuartel…para las 9.10 los rebeldes habían izado una bandera blanca… La batalla cobró más de cien muertos o heridos.

De nuevo, Lozano reprimió y 130 sospechosos fueron detenidos. Tropas adicionales patrullaban la ciudad. Predeciblemente, los liberales fueron acusados. En Costa Rica, Villeda Morales sugirió que el Gobierno aprovecharía la oportunidad para posponer las elecciones. En al capital, Lozano comentó: «Lo tendré días en el departamento de Francisco Morazán, prohibiendo concentraciones públicas y reuniones políticas. Los periódicos fueron censurados; los cables comerciales dirigidos hacia el exterior eran examinados por el gobierno.

Aunque Julio Lozano, ya con 71 años, permanecía en control, sufría de arterioesclerosis, exceso de trabajo y de rabietas de mal genio. El 13 de septiembre se vio obligado a volar a Miami para un corto descanso. En una inversión del proceso seguido en 1954, entregó el mando al Presidente de la Corte de Justicia y ex-Presidente, Juan Manuel Gálvez. Este se había recuperado de su enfermedad y regresado a Honduras a principios de 1955. Aunque nominalmente apoyando a Lozano, no había estado activo políticamente. Si bien aprobando el anunciado objetivo de Lozano de restaurar el gobierno democrático, en privado el ex-Presidente Gálvez deploraba muchos de sus métodos. No obstante, reasumió el poder temporalmente en tanto Lozano se recuperaba en las costas de la Florida.

Lozano regresó a Honduras tres días antes de las elecciones, obstinadamente comentando que las elecciones serían libres y democráticas sin importar qué medidas pudieran ser necesarias para ello. Se llamó en gran número a la policía. Cada esquina en el centro de Tegucigalpa tenía al menos y generalmente dos policías.

La mayoría de los observadores predecían una victoria en las urnas para Lozano y su PUN. Casi toda la dirigencia liberal estaba en el exilio; los reformistas continuaban apoyando a Lozano como un asunto de conveniencia. Ya en avanzada marcha el proceso electoral, días antes de las elecciones, el Partido Nacional tomó la resolución de retirarse de la contienda cívica. El 3 de octubre de 1956, el General Tiburcio Carías Andino, Jefe Supremo del Partido Nacional, se dirigió a los Comités y Sub-Comités Nacionalistas para hacerles saber «que el retiro del Nacionalismo de la lucha electoral obedece a las circunstancias de no querer justificar con su presencia en las urnas la farsa electoral que ya está preparada por las autoridades y organismos electorales, y para evitar la pérdida de muchas vidas utilísimas al país…» Abraham Williams Calderón predijo que la Asamblea apoyaría al régimen, designaría a Lozano como Presidente mientras se adoptaba una nueva Constitución y escogería dos vice-presidentes.

Las elecciones del día siete confirmaron sus predicciones. Los resultados oficiales publicados una semana más tarde mostraban que el PUN había ganado todos los 56 escaños. Ni un solo candidato anti-gubernamental había ganado. Los resultados proporcionaron una impresionante evidencia, cuando comparados con los resultados de 1954 y 1957, de que el mando de este Presidente (Lozano) no era francamente democrático, para decir lo menos. El resultado anunciado por el «Gobierno de Coalición» de Lozano fue de 370.318 para él; 41.724 para los liberales y 2003 para los nacionalistas.

Lozano de manera zalamera dijo que estaría contento en servir la voluntad popular. Williams Calderón se mofó de los ataques de la oposición, diciendo: «Son malos perdedores. Los perdedores siempre alegan fraude en política, en cualquier parte». Sin embargo, los hondureños recordarán el día de la elección. A las 3.15 de la tarde un gran número de liberales en el Parque Central de Tegucigalpa fueron baleados a quemarropa por la policía, sin provocación. Ante los ojos de los periodistas extranjeros varios fueron heridos, incluyendo a tres que murieron al día siguiente. Los hechos fueron aún más amenazadores en el interior.

Muchos emitieron sus votos a punta de pistola. Otros fueron regresados a sus casas sin haber podido votar. Las urnas fueron sustituidas por otras previamente rellanadas con votos. El total de dos docenas de personas perecieron. Incluso fieles seguidores de Lozano estaban aterrados; tales hechos fueron atroces y sellaron al caída de Lozano más allá de cualquier duda. Lozano, probablemente bien intencionado cuando tomó el poder, había saboreado las prerrogativas ejecutivas y decidido permanecer en el poder a toda costa. Mantuvo su posición solamente mediante la practica dictatorial fundada en el sufragio y el ejercicio democrático de la escogencia habían colapsado completamente.

Finalmente, la naciente relación entre los líderes de la clase trabajadora norcosteña y los liberales a diferencia de la experiencia de la década de 1920 podía ciertamente servir, tanto para ganar una confrontación electoral, como para producir una movilización activa contra cualquier maniobra de Lozano Díaz. El golpe militar de 1956 representó, más que la ascensión de la Fuerza Aérea Hondureña al poder, la consolidación de la influencia de una élite tecnócrata en la formulación de la política económica dentro del Estado hondureño. La imagen de Ramón Villeda Morales y el Partido Liberal resultó beneficiada por ambos procesos.

Julio Lozano Díaz fue derrocado por los militares el 21 de octubre de 1995. Este golpe marcó un punto decisivo en la historia hondureña. Por vez primera las Fuerzas Armadas habían actuado como Institución en vez de como instrumento de un partido político o de un dirigente individual.

Eran producto del creciente profesionalismo de los novecientos cuarentas y cincuentas. La mayoría habían recibido algún entrenamiento por parte de consejeros militares estadounidenses, bien en Honduras o en el exterior.

Por último, cabe reflexionar sobre las acusaciones expuestas por Lucas Paredes en «Los culpables» (1970). Aquellos que mal aconsejaron a Julio Lozano Díaz y prepararon el fraude electoral tienen también una dosis de responsabilidad en los acontecimientos trágicos que condujeron al golpe militar de 1956: lo empujaron para luego, una vez en desgracia, abandonarlo para buscar nuevos acomodos políticos.

Fuente: http://www.historiadehonduras.hn

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