Honduras en sus manos
Tal parece que don Pompilio Ortega -junto a don Jesús Aguilar Paz- fueron nuestros investigadores más interesados en los misterios de nuestra tierra, esos que aparecen cuando no se escarba tan solo por “encimita”…Del libro “Patrios Lares”, leemos:
No soy partidario de lo que el vulgo llama buena o mala suerte; pero cuando pude averiguar el motivo de que los caminos subterráneos que construyeron los Mayas no están al servicio de los hondureños de hoy, me he inclinado a creer que existe tal cosa.
En un curioso archivo privado de un vecino del pueblo de San Antonio del Norte, departamento de La Paz, se ha encontrado el dato de que un período de grandes movimientos sísmicos que hubo en Centroamérica entre 1770 y 1776, fue responsable de esa desgracia. Este dato tiene su mayor fuerza, de tomarse como verídico, al ver las ruinas de la Antigua Guatemala, que fue destruida por 3ra vez, por temblores de tierra en el año 1776.
En todos los datos que hemos tenido sobre esos antiguos caminos subterráneos, siempre terminan, o abruptamente en una pared o en un abismo, lo que da inmediatamente la idea de un dislocamiento.
Cuando se piensa en las cosas que pasan, especialmente en eso de que siempre hay motivo visible para que perdure la cooperación interamericana, uno se imagina que un buen día, tendremos una “Fundación” cooperando con nuestro gobierno para reconstruir esas carreteras subterráneas. Y soltando la imaginación vemos unos millones de turistas americanos en sus automóviles entrando en esos túneles allá por Quiriguá o Chiquimula; por Chalatenango o Sensuntepeque; por Cururo, Celguapa, Talpetate o Pencaligüe. Y todos surgiendo como fantásticas hormigas cabezonas, allá en las maravillosas ruinas como en el centro fabuloso de un miriamétrico zompopero. Y esto no debe tomarse como una utopía, si hemos de creer lo que los sabios aseguran que el hombre podrá hacer en la era cósmica, que nosotros hemos tenido la suerte de conocer su principio. Entonces sí podremos hablar de turismo en Honduras.
Y ahora, usted también lo sabe.
(Foto para ilustración)