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LA DIOSA DE LA SENECTUD

Continúo con mi homenaje al doctor Jesús Aguilar Paz con este texto que sale del libro “El alquimista de Gualala”.
Jesús Aguilar Paz, para hacer el mapa de Honduras, seleccionó tres sitios importantes de campamento: La Esperanza, Tegucigalpa e Ilama. Este último fue el más importante por la sencilla razón de que en ese pueblo vivía su madre, doña Lucía.


El departamento de Santa Bárbara ha tenido una población blanca, pero también tiene núcleos indígenas tradicionales. Los más importantes han sido Petoa, Chinda e Ilama. Ilama fue fundada como pueblo desde 1795, con la unión de dos pueblos indígenas, Teconalistlagua, en náhuatl “llanura de carbón” e Ilamatepec, “Cerro de la Anciana”, igualmente en náhuatl. 
Ya desde el repartimiento de tierras que el Adelantado Alvarado hiciese a sus diversos capitanes, se mencionan estos dos pueblos. En Ilamatepec se rendía culto a una de las diosas del panteón azteca, Ilamatecutli, la diosa de la Senectud. Jesús le rinde culto a una anciana, su madre.
Jesús, recién graduado, regresa inmediatamente a Ilama, en febrero de 1914, para estrechar en un abrazo a su madrecita, a la cual no había visto desde hacía nueve años. 
Pocos días después retorna a La Esperanza, para cumplir sus labores docentes. Regresa a Ilama en enero de 1916, antes de hacerse cargo ese mismo año de la dirección de la escuela del mineral de San Juancito. Pero es hasta en octubre de 1919 cuando fija su residencia en dicho pueblo. 
Ilama ha sido un pueblo muy singular. Tiene una iglesia colonial muy hermosa, con domo de piedra y canto, de las muy pocas que hay en Honduras de esa época. En ese centro religioso se rinde culto a la Virgen de Lourdes.
Y ahora, Usted también lo sabe.

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