Seguimos con la lectura de otro de los siempre amenos libros de don Rafael Heliodoro Valle, “Memorias de Honduras”, en cuyas páginas podremos asomarnos hoy a un pasado cercano, pero que muchos de nuestros lectores y oyentes no llegaron a conocer:
La oficina de estafeta estuvo durante muchos años en casa de don José Vigil. Cuando Acaeció el asesinato del general Guardiola, un soldado salió de Comayagua a las 6 de la mañana de aquel día y a las 6 de la tarde hacía correr en Tegucigalpa la noticia; su nombre era Serafín. Era el Comandante don Pedro Xatruch.
El telégrafo fue introducido por el presidente Soto y el primer mensaje se cruzó entre éste y el presidente de Guatemala, general Justo Rufino Barrios. Los hilos telegráficos fueron llevados de dicho país. En un principio las gentes ignorantes supusieron que los alambres de Morse eran aparatos del diablo o de las brujas; y se tiene noticia de que algunos campesinos tumbaron los postes para evitar el trato con Satanás.
Durante la administración de Soto se organizó el servicio postal en toda forma, determinándose las responsabilidades del Gobierno. Anteriormente los particulares se congregaban para pagar el mensajero que conducía la correspondencia. No había carteros, sino que los interesados acudían a la oficina de estafetas en busca de las cartas. Honduras se incorporó a la Unión Postal Universal.
Las más antiguas estampillas datan de la época de Cabañas; el retrato de este prócer, lo mismo que los de Céleo Arias, José María Medina, Terencio Sierra, Manuel Bonilla, Luis Bográn y Santos Guardiola aparecen en sucesivas ediciones. (N. del C.: la primera serie de estampillas hondureñas, en verde y rosado, muestran un escudo de armas de Honduras).
El cable y sus servicios no se iniciaron por vía directa con el exterior, sino que primero los mensajes eran transmitidos por telégrafo a La Libertad, puerto de El Salvador.
El Dr. Eduardo Martínez López trazó y editó un mapa telegráfico de la República.
Y ahora, Usted también lo sabe.