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EL CORREO PEATONAL

Como amante de la filatelia, he seguido con atención el desarrollo de este medio de comunicación en nuestro país. Desde las primeras estampillas -que ya tienen entre nosotros casi 150 años- hasta la aparición del correo electrónico, hemos sido testigos del desarrollo que ha tenido entre nosotros. Esta historia que tomamos del libro de don William Wells, “Exploraciones y aventuras en Honduras”, es una postal de lo que deben haber sido las comunicaciones antes de la llegada de los conquistadores y que siguió mucho después y tiene lugar allá por 1854:

En cuanto a la salud y robustez de las personas, el nativo de Honduras, aunque por lo general de buenas carnes y bien formado, no está físicamente capacitado para soportar los efectos agobiantes del clima, como bajo las mismas circunstancias lo estaría un norteamericano. Esto proviene principalmente de la dieta de frutas y aguachirle de las clases más pobres, imposibilitadas para comprar carne, a excepción de los grandes distritos ganaderos de Olancho, en donde es el principal alimento. No obstante, son los soldados más pacientes y sufridos del mundo que, como en tiempos de Morazán, viajaban veinte leguas al día atravesando montañas y subsistiendo de plátanos cocidos. Los mensajeros y correos del país «trotan», en caites, veinte leguas diarias en todas las épocas. Yo encontré a menudo a estos hombres en los pasos solitarios de las sierras, con un pequeño maletín de cartas atado a sus espaldas moviéndose rápidamente en una marcha entre paso ligero y carrera abierta. Son siempre robustos y bien desarrollados, debido a su constante ejercicio.
El sistema de correos-peatones data del tiempo de los primeros españoles. Un correo, sea particular o del gobierno, recorre el país sin ningún riesgo de ser aprehendido o de sufrir cualquier otro impedimento. Su oficio es casi sagrado y a quien lo estorbe se le tiene como ofensor del bienestar público. Prácticamente todos son honrados. No existe una sola constancia de que un correo-peatón haya robado a su empleador, o haya entregado a persona extraña las cartas que se le confiaron, a menos de que haya sido asaltado e interceptado por una fuerza del enemigo. En tales circunstancias tienen ellos métodos muy diestros para esconder los despachos y documentos, que sólo ellos saben. Conocí un correo que salió de Tegucigalpa con correspondencia para Cojutepeque, El Salvador, que llevó a cabo su comisión y regresó con una respuesta, en cinco días. Es el único medio de posta, en todo Centro América. Pero la mayor parte de la población de Honduras es descuidada e indolente, que no valora el tiempo y no hace ejercicio, a no ser montar a caballo y, en consecuencia, son flojos y débiles de constitución.
Y ahora, Usted también lo sabe.

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