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UNAS NOTAS SOBRE DON LUIS ANDRÉS ZÚÑIGA

En el sitio de internet de Casasola Editores y con el título “Panorama de la Poesía Hondureña (4)”, he encontrado esta interesante nota que nos acerca hoy a otra de esas plumas hondureñas maravillosas que casi todos cometemos el pecado de ignorar, tomado a su vez de don Oscar Castañeda Batres:


Luis Andrés Zúñiga (1878), que convivió con Darío en París, sólo ha llegado a publicar en volumen una parte de su obra (El banquete, 1920). Es, por antonomasia, el poeta laureado de Honduras: en 1916 se le premió por su drama Los conspiradores; antes había obtenido una flor natural por su poema Poeta y aldeano; y en 1926 se le volvió a laurear por su Himno al pino. Zúñiga es y sigue siendo un poeta romántico. Captó, o quiso captar, el tono primero del modernismo; pero jamás llegó a dominar el sortilegio de la metáfora. En nuestra historia poética se le ha de recordar un gran poema: Águilas conquistadoras, en el cual expresó su dolor de americano ante las agresiones imperialistas:
¡Oh, los hijos de Lincoln, que encendida
nos mostráis una espada fratricida:
vuestra espada es puñal!
¿Pensáis que nuestra aljaba está dormida?
¡Nunca duerme bajo el sol tropical!
El tono de la poesía de Luis Andrés Zúñiga lo da este soneto que él tituló La ribera encantada:
Algo del mundo dime, viajero afortunado.
Dime: ¿qué reina ahora? ¿Aún reina la doblez?
Que hace ya muchos años que estoy aquí encantado
de este lago en la orilla risueña en que me ves.
Yo vi de una hada joven el seno sonrosado:
surgiendo de esas aguas la sorprendí una vez
y sus divinas formas dejáronme hechizado.
Era su faz perfecta; lo mismo eran sus pies.
Y desde entonces sigo, por la dormida arena,
sus labios enervantes, su canto de sirena,
el canto más radioso que se escuchó jamás;
y he de vagar por siempre sobre esta inmensa orilla,
pues cuando huir intento de esta hada sin mancilla
sus pérfidos imanes me atraen más y más.
Compárese con la Pesca de sirenas, de Juan Ramón —por la similitud del tema— y se advertirá la diferencia entre éste y sus contemporáneos. 
Y ahora, Usted también lo sabe.

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