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El 15 de octubre de 1875, el Secretario Municipal de la ciudad de Tegucigalpa Licenciado Rafael Alvarado Manzano, actuando en nombre de la Corporación edilicia de este término, se dirigió al Ministro de Gobernación del gobierno del General Ponciano Leiva manifestando que el señor Salvador Díaz había ofrecido regalar un buen reloj para la iglesia parroquial, actual Catedral de Tegucigalpa, con las dimensiones requeridas por la torre respectiva.
Notificaba que el señor Díaz haría el donativo antes señalado bajo la condición de que se le eximiera del desempeño de todo cargo público y especialmente de los que se le pudieran conferir en su domicilio, desde la fecha antes señalada de 1875 hasta el año de 1882, inclusive.
Expresaba el Licenciado Alvarado Manzano en la nota a que nos estamos refiriendo, que la municipalidad de Tegucigalpa, careciendo de recursos para reponer el reloj de la Parroquia que era muy antiguo y estaba completamente arruinado, abundaba en deseos de aceptar el ofrecimiento del señor Díaz, pero en la incapacidad de garantizar las condiciones exigidas por él, recurría al Gobierno suplicándole le diera su apoyo en este asunto de tanta importancia para el vecindario de la que cinco años más tarde sería capital de Honduras.
Decía también la nota del licenciado Alvarado Manzano, Secretario de la Municipalidad. de Tegucigalpa, que bien se comprendían las dificultades existentes en lo relativo a los empleos electivos que la Corporación se proponía evitar en lo posible que recayeran en Tegucigalpa en el mencionado señor Díaz y que esperaba que el Supremo Gobierno le prestara su cooperación para que al ciudadano renuente a servir los intereses del país no se le confiaran empleos de otro carácter.
Terminaba el Secretario Municipal tegucigalpense solicitando que en el remoto caso de que al señor Díaz se le exigiera e desempeño de algún destino, se le admitiera la dimisión del mismo, ora por la Gobernación respectiva, ora por el Supremo Gobierno.
Todo esto se proponía hacer la corporación municipal de Tegucigalpa en favor del señor Díaz para que éste le obsequiara el prometido reloj. En los modernos tiempos, quizá el señor Díaz no habría ofrecido el obsequio a cambio de que se le eximiera de cargos, sino que lo habría hecho para que lo designaran siquiera alguacil.
Los tiempos de antaño eran completamente distintos de los de ahora. Entonces se pagaba por no servir, en la actualidad se paga por servirse.
Fuente: Efemérides Nacionales (Víctor Cáceres Lara)