Español
El licenciado don Narciso Mallol, originario de Valencia, España, se hizo cargo de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en 1817 y desde el inicio de su gestión, aún cuando encontró un ambiente desfavorable por parte de los criollos que ya profesaban ideas independentistas, esbozó planes progresistas para transformar a la población que el rey le había confiado para gobernar.- Una vez instalado, sus primeras acciones se encaminaron a remodelar la edificación donde se encontraba la Casa de Rescates, posteriormente Casa de la Moneda (foto 2) que después sirvió para albergar la Tipografía Nacional y hoy es la Biblioteca Nacional, proponiéndose poner en marcha tres proyectos, el primero un edificio para sede de la alcaldía que no pudo cristalizar, el segundo un puente sobre el Río Guacerique que tampoco realizó y el otro, retomar la idea que doce años antes se generó para construir un sólido puente que uniera a Tegucigalpa con Comayagüela utilizando uno de los pasos más secos del Río Grande y muy cerca de la confluencia con el Río Oro o Chiquito.
No muy satisfecho con el diseño de don “Chema” Rojas, el licenciado Mallol que años antes de nombrársele Alcalde Mayor de Tegucigalpa había residido en Guatemala, llamó al ingeniero de esa nacionalidad don Juan Bautista Jáuregui para que hiciera los cambios que él creía necesarios a fin de iniciar la obra que el funcionario español acariciaba como un objetivo fundamental de su gobierno.
El maestro constructor don Miguel Rafael Valladares, ascendiente directo del Lic. Olban Francisco Valladares Ordóñez, fue seleccionado para dirigir los trabajos y se le dio libertad para contratar albañiles, carpinteros y peones que levantarían el puente de diez arcos asentados en pilastras de piedra.
Ladrillos cocinados en los hornos de “Milpa Grande” (El Guanacaste), piedras de las canteras de la Villa, cal, arena, madera y otros materiales fueron acarreados para levantar la obra en una época donde no se conocían las varillas de hierro ni el cemento, ni máquinas para levantar las moles pétreas que se acomodaron desde el lecho del río.
Don Narciso Mallol se encargaba de supervisar personalmente los trabajos y hacía sentir su autoridad contra aquellos que obstaculizaban su acariciada obra porque no admitía que su puente se retrazara por ningún motivo y que se terminara en el período de dos años, salvando el tiempo perdido en las temporadas difíciles cuando las riadas del Choluteca en la época de invierno corrían con fuerza representando un peligro para la construcción.
Fuente: La Tribuna. hn