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Tawahkas

Los Tawahkas o sumos, como también se les denomina son uno de los pueblos indígenas que habitan en las riberas del río Patuca, en el departamento de Gracias a Dios y parte del departamento de Olancho en Honduras y en la Costa Atlántica de Nicaragua.  La región que comprende el departamento de Gracias a Dios se conoce como La Mosquitia.  Aquí nos referimos a los Tawahkas ubicados en Honduras.  Tierra adentro de las Costa de la Mosquitia viven los Tawahkas.  La mayoría de ellos reside en la aldea de Krausipe, ubicada en la margen derecha del Patuca (viniendo río arriba desde wampusirpe) y en la desembocadura del río wampu.  La única vía de comunicación  de esta comunidad es el río Patuca.  Los Tawahkas habitan esta región desde el siglo XVII. Aproximadamente.

“los Sumos eran uno de los grupos indígenas más extensos de Centroamérica durante el periodo colonial.  Se extendían hacia el sur desde el río Patuca en Honduras, a través de la Sierra Central de Nicaragua, hasta el río Rama.  Hacia el oeste se extendía dentro del sur de Honduras y en Nicaragua colindaban con los Matagalpa y  con el lagua de Nicaragua”.  Durante la época colonial, se vieron obligados a replegarse hacia el interior del país, ante la belicosidad e intransigencia de los misquitos o zambos; así fue como se establecieron en la región actual.

Los Tawahkas de Honduras constituyen un grupo pequeño.  Histórico y culturalmente son una etnia que han soportado la influencia misquita, si bien han adoptado muchos de sus patrones culturales aún conservan elementos de su propia cultura que los hace distinguirse como pueblo indígena.

Se ubica geográficamente en la región conocida como el Patuca Medio, en la Biosfera Tawahka Asangni, que comprende 233.000 hectáreas de bosque tropical lluvioso, que fue declarada oficialmente como zona protegida por el Congreso Nacional en diciembre de 1999, formando parte de la sección hondureña del Corredor Biológico y Cultural Mesoamericano, la segunda reserva de bosque más grande del continente, ubicada entre los departamentos de Olancho, Colón y Gracias a Dios, cuya población  aproximada es de 1,500 miembros, se distribuye en siete comunidades: Parawasito, Kosmako, Yapuwas, Parawas, Kamakasana, Krautara y Krausirpe.

El Pueblo Tawahka, cultural y lingüísticamente, es un subgrupo perteneciente a los MISUMALPAS (Miskitu, Sumo, Matagalpa) de origen Macro chibcha, quienes en el pasado provinieron del sur del continente.

Actualmente se puede considerar que los Tawahka son el pueblo que por su ubicación se encuentran más alejados y de más difícil acceso desde la capital de la República, pues, su hábitat funcional se ve rodeado de bosque tropical lluvioso, lo que imposibilita contar con una infraestructura carretera que lo comunique fácilmente con el resto del país.

Biosfera Tawahka Asangni (BTA)

Localizada en el corazón del Corredor Biológico Mesoamericano, entre los departamentos de Olancho y Gracias a Dios, con decreto de creación No 157-99, con una extensión de 233,142 hectáreas, en donde se localizan las comunidades Tawahkas y varias localidades no indígenas que están caracterizadas como asentamientos de colonizadores agrícolas, que tienen hasta la fecha una área depredada que se estima en 36,174 hectáreas que representa el 15% de la Biosfera, destinada en 67% aproximadamente en pastos para ganado mayor y para cultivo de granos básicos.

Específicamente la BTA está ubicada entre los municipios de Dulce Nombre de Culmi, Dpto. de Olancho y Wampusirpi, en el Dpto. de Gracias A Dios, por lo que en sus colindancias se registran comunidades Misquitas y Mestizas, estas últimas conformadas recientemente por corrientes migratorias que están entrando a la zona en busca de tierras “libres” o de bajo costo para el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas, en la mayoría de los casos estas familias las encabezan personas que están huyendo de la justicia hondureña por delitos cometidos, por lo que la biosfera les sirve de escondite representando para las comunidades Tawahkas y misquitas un peligro inminente a su seguridad física.

Se puede acceder a su territorio únicamente por dos vías:

a.- Fluvial. Por el sur, desde el sitio de Puncaya, Nueva Palestina, municipio de Froilán Turcios, departamento de Olancho y por el norte desde la desembocadura del Río Patuca, en el departamento de Gracias a Dios, para lo cual se deben ocupar de tres a cuatro días de trayecto en embarcación con motor fuera de borda.

b.- Aérea. Desde Wampusirpe, Gracias a Dios, hasta donde se puede llegar desde las comunidades Tawahka por vía fluvial tras cuatro a seis horas río abajo aproximadamente en embarcación con motor fuera de borda.

Es el único de los 9 Pueblos Indígenas y Negros que tiene la característica de ser prácticamente trilingüe, pues sus miembros hablan Tawahka, Miskitu y español, (algunos ancianos hablan además el Pech)

La situación de la salud es crítica.  Esto puede ser otra de las causas por las cuales este grupo cada vez es más reducido.  Las difíciles condiciones de vida que caracterizan la región hacen casi imposible que médicos y personal especializado se establezcan en la zona.  Entre las enfermedades que más afectan a las comunidades se encuentran diarreas, malaria, gripe rasquiña, angina, estreptocócica, fiebres reumáticas, anemia y desnutrición.

En tiempos de la guerra contra-sandinista (la mayor parte de la década de los años 80) en Wampusirpe se instaló un campamento de asistencia médica de la Cruz Roja para los refugiados, ubicados en asentamientos a lo largo del rio Patuca.  Además, recibían atención médica de brigadas de la Iglesia Morava, que tenía la sede en Pimienta.

Con la finalización de la guerra y el retorno de los refugiados a Nicaragua, estas atenciones terminaron al retirarse los organismos internacionales.

Los tratamientos médicos los hace la misma gente en base a medicina tradicional.  Los casos graves son atendidos por curanderos, quienes conocen bien la medicina natural.  Además, muchos pobladores recurren a los llamados zukias (brujos y brujas), quienes recetan brebajes extraídos de hierbas o raíces; solo cuando los casos se complican es que la gente transporta los enfermos a Wampusirpe en busca de los servicios médicos de la enfermera local, quien se queja de que la gente acude cuando las dolencias se encuentran en estado avanzado.

En las comunidades tawahkas, ningún organismo trabaja en el sector salud.  Tampoco existen centros médicos que atiendan las necesidades de las comunidades.  En Wanpusirpe solo existe el local que dejo la Cruz Roja, sin médico y sin los implementos y medicamentos necesarios.

Los datos que recabamos en este estudio nos dan indicios alarmantes, ya que el promedio de vida está entre 38 años para los hombres y 43 para las mujeres.  Dé cada 5 niños que nacen, tres mueren antes de cumplir los siete años y la mayoría muere de enfermedades fáciles de prevenir, si se observan las normas mínimas de higiene.  La desnutrición es alta, llegando al alarmante porcentaje del 92%.  Se atribuye, principalmente, a la mala alimentación y a las duras condiciones de vida en la región.  Además de lo anterior, son muchas las mujeres que mueren de parto.

El 96% de los pobladores son analfabetos y unos 387 niños se encuentran en edad escolar.  El analfabetismo entre las mujeres es mayor y alcanza un 100%.  Aunque existen dos escuelas, una en Krausirpe y la otra en Krautara, solo la escuela de Krausirpe funciona con regularidad.  El promedio de días lectivos en el año es de aproximadamente 103.  La escuela se encuentra cerrada la mayor parte del año.  Muchos de los niños en edad escolar no asisten a la escuela por las largas distancias que separan  las comunidades, las cuales solo pueden recorrerse por medio de pipantes.

En Krautara, la comunidad dispone de un maestro nombrado quien, después de cinco meses de haber comenzado el año lectivo (1991), aun no se había presentado a la comunidad.  Otro aspecto importante es que la escuela de Krausirpe, aunque cuenta con un edificio en regulares condiciones, un solo maestro atiende tres grados y solo un 3% de los niños puede continuar sus estudios hasta sexto grado o educación básica en Wampusirpe (comunidad misquita).  La mayoría de los niños, después de haber terminado su tercer año de primaria, aún no saben leer ni escribir y, los que logran aprender, después de algunos años son nuevamente analfabetos por falta de práctica.

Los Tawahkas muestran un alto grado de penetración cultural misquita.  Durante el siglo XIX estuvieron a punto de extinguirse debido al reducido número de mujeres Tawahkas por razones aún no determinadas y a que sus varones no deseaban unirse con las mujeres misquitas.  Ocurre lo contrario con los misquitos quienes sin problema alguno deciden juntarse con las Tawahkas.

Una muestra de influencia misquita es una de las bebidas más tomadas por los Tawahkas; el guabul, bebida elaborada de puré de plátano maduro disuelto en agua o leche y puesto a hervir.  Además de estas elaboran vinos de varias especies de palmas y de caña de azúcar; del arroz y del maíz preparan bebidas embriagantes como la chicha.  De la palma llamada supa consumen el fruto cocido y el tronco les sirve para construir arcos y flechas (igual que los misquitos).  Consumen contrario a los misquitos, en menor medida ajo, cebolla, café, y té de varias hiervas.

El ganado mayor se vende localmente, se destaza o se lleva a vender a Wampusirpe (comunidad mayoritariamente misquita); durante el verano, cuando baja el nivel del rio, las reses son conducidas por las riberas de la Patuca.  El viaje a pie puede durar de tres a cuatro días.  La posesión de ganado es un indicador de riqueza; otra forma de riqueza es la posesión de cerdos, pero poca gente se dedica a criarlos.

La indumentaria es típica campesina, tanto en los hombres como en las mujeres.  En épocas recientes, las mujeres tawahkas usaban refajo, un lienzo listado y de vivos colores, lo suficientemente ancho como para dar varias vueltas  a la cintura y, tan largo, que llegaba a la cintura; también usaban un forro de manta.  El busto lo llevaba al descubierto pero, a veces, usaban una camisa manga corta y escotada.

En la actualidad, los niños andan desnudos.  El taparrabo estaba hecho de tuno y los usaban indistintamente los varones y las niñas, además de algunos ancianos.

Entre los tawahkas existía una especie de rito en el que, para determinados acontecimientos, se pintaban la cara de acuerdo con las circunstancias: viajar, sembrar, etc.  Además, se pintaban las piernas y brazos con una sustancia resinosa que los protegía de los insectos.

Esta práctica se usó hasta principios de los años setenta.  Después prefirieron usar de los productos que se obtienen en las farmacias.

Vocabulario

Grupo humano: Tawahkas o Sumos

Región: wampusipe, Krausipe, Krautara, Yapuhuas.

Rio Patuca, Moskitia Honduras, Gracias a Dios.

SUMO ESPAÑOL
Múij Gente
Hualabis Muchacho
Huirrá Hermano
Paraste Adiós
Ca Caminar
Dacanin Oír
Sap Frente
Bile Faja
Tab Oreja
Sup Jabón
Bascús Peine
Bisin Tasa
Sácara Gallina
Pusi Gato
Alcum Pato
Maoaj Tigre
Ulu Oropéndola
Suul Perro
Bil Víbora
Turuj Vaca
Úu Casa
Pann Árbol
ahuas Ocote
Huann Ceniza
Qui Hacha
Am Maíz
A’rracbis Escopeta
Duttnin Tener
suttnin Saltar

 

Mito sobre el origen de los sumos o Tawahkas

Entre el Río Patuca y el Río Coco está una montaña llamada Kaunapa, donde se encuentran rocas que llevan dibujos de cordones umbilicales humanos. Allá nacieron los indios en tiempos antiguos, allá está el origen del pueblo.

Había un Gran Padre llamado por los sumos Maisahna, que quiere decir que nos ha rajado o parido; y una Gan Madre llamada Ituana. Dicen que esta última es la misma que Itoki, así llamada por los Tawahkas, que significa madre alacrán. De esta pareja nacieron los Tawahkas, los Miskitos y los Yusku, que vivieron en los ríos Prinzapolka y bambina. Pero los yusku acabaron por ser perversos, cometiendo impudicias; y por eso los sumos les hicieron guerra y los mataron, con excepción de un pequeño resto que ahora vive, como dicen en alguna parte cerca de los españoles, por donde nace el río Wanki o Coco. Los sumos vivieron a lo largo de los ríos y en la montaña; eran muy salvajes hasta que el rey Mosco se enteró de ellos. Envió a buscarlos y los apresó. Llevaban el pelo largo, hasta las rodillas, y tenían muchos piojos. El rey los lavaba con jabón y así se encariñó con ellos y los guardó consigo.
Como nacieron el sol y las estrellas (leyenda)

El mundo, dicen los tawahkas, fue creado por dos hermanos, de los cuales el mayor se llamaba Papang, que significa padre. Habiendo dado existencia a las montañas, lagunas, ríos y sabanas, los dos hermanos creadores remaron sobre el río en un pipante pequeño. Pero al precipitarse el pipante en una corriente, se volcó y los dos hermanos cayeron al agua y tuvieron que nadar hacia la orilla para salvarse. Sintiendo frío encendieron un fuego; y como también tenían hambre, se fueron al monte donde encontraron algo de maíz, que cortaron y tostaron.

Terminada la comida echaron unas mazorcas de maíz al suelo, donde de inmediato se transformaron en animales; otras mazorcas echadas en el agua se cambiaron en peces, mientras que del resto salieron pájaros al aire.

Asombrados por esta manifestación inesperada de vida alrededor de ellos y sorprendidos por las formas extrañas que mostraban, los dos hermanos olvidaron sus circunstancias hasta que Papang volvió en sí, cuando de repente lo alcanzó el fuego.

Cuando este empezó a estar ardiendo en llamas, se desprendió de la tierra y subió siempre más alto hasta que su hermano menor pudo verle solamente como un punto grande, redondo y ardiente en el cielo. Así llegó a ser el sol.

Mientras el hermano menor estaba mirando hacia arriba, esperando que regresara, el también se encendió por las llamas alevosas y a su vez empezó a ascender; pero no deseando compartir el destino de su hermano, luchó por mantener su gravedad, echando de tal manera gran cantidad de chispas; pero luego tuvo que rendirse y siguió subiendo, acompañado de las chispas que se desplegaron por tanto el firmamento, quedando, él en el centro, de esta manera se formaron la luna y las estrellas. Los sumos se consideran hijos de Papang, habiendo sido formados por sus rayos.

El hombre ceniza (leyenda)

Un hombre que era ̋Walasa ̋ o mal espíritu se había casado con una mujer y vivieron tiempos juntos. Un día el hombre le dijo a su mujer: Ve a pescar, porque yo quiero comer guapote.

La mujer fue a pescar y trajo bastantes pescados. El hombre bajó al río, donde estaban los guapotes y se los comió todos crudos y después regresaba a casa. El hombre y su mujer tenían un hijo pequeño. Otro día, la mujer también fue a pescar por orden del marido, pero esta vez no picó nada, hasta que sintió que algo jaló el anzuelo, muy fuerte. La mujer sacó la vara de pescar, jaló toda la cabuya y vio finalmente que emergió algo que tenía pelo. Nuevamente tiró el anzuelo al agua, y jalando y jalando la vara sintió que el anzuelo tenía mucho peso. Hizo un gran esfuerzo y finalmente sacó algo a la superficie del río, dándose cuenta que era el Hombre del agua. Este le dijo a la mujer: Porqué estás terminando con todos mis pescados? Ahora ya no puedo darte más Dijo la mujer: Te pido por última vez que me des unos pescados más.

El Hombre del agua le contestó: Si te doy más pescados, que puedes darme en cambio? La mujer le dijo: Si me das más pescados, puedo regalarte mi machete, pero el Hombre del agua contestó: No quiero machete. Contestó la mujer: Entonces puedo regalarte mi anzuelo. De nuevo dijo el Hombre del agua: No quiero anzuelo. Ahora la mujer le preguntó: Y que quieres entonces? El Hombre del agua insistió: Si me das a tu hijo puedo darte muchos pescados. La mujer al principio no quería, pero finalmente aceptó la propuesta y dijo que sí, que le daría al niño.

El Hombre del agua consintió y dijo: Lleva tu pipante a esa roca que está en medio del río. A ese mismo lugar, quiero que traigas a tu hijo para entregármelo. Estaré esperando esta noche.

La mujer llevó su pipante a donde había una gran roca en el río y pronto el bote se llenó de guapotes. Después se fue a su casa, mientras su marido bajó al río y se comió todos los pescados crudos como siempre. La mujer estaba muy triste y subió a su casa, tomó a su niño y comenzó a llorar. El niño le preguntó: ¿Por qué lloras mamá? y la mujer le contestó: No es nada, somos esclavos del diablo. Todos los días tengo que ir a pescar y es por eso que estoy triste y lloro.

El niño contestó, consolándola: Mamá, por eso lloras? Déjalo y no hagas caso. Al oír la mujer eso, le dijo al niño: Ve tráeme el anzuelo, que lo he olvidado. Está en la punta de la roca. Entonces el niño tomó un tizón y se fue. Al ver que no había nada, gritó a su mamá, diciéndole que el anzuelo no estaba, y la madre le contestó: Está en la punta de la roca, ve un poco más adelante. En la punta de la roca estaba esperando el Hombre del agua, tomó al niño e inmediatamente, en un segundo, estaba en el otro mundo con él; llevó al niño y lo dejó en una casa, diciéndole: si vienen a golpear a la puerta, no debes abrirla. Con estas palabras le advirtió y se fue en dirección donde sale el sol. Después de varios años regresó y encontró al niño ya mozo.

El día siguiente, el Hombre del agua volvió a salir. Vinieron los vecinos del joven y golpearon a la puerta, y el joven les abrió. Los vecinos le advirtieron así: Este Walasa te comerá pronto. Pero el joven no haciendo caso, cerró la puerta. Al atardecer, regresó el walasa a casa, pero salió de nuevo al siguiente día, muy temprano.

Otra vez vinieron los vecinos del joven, golpearon a la puerta y, cuando este le abrió, le advirtieron de nuevo: El walasa regresará hoy a medio día, es tu última oportunidad.

Entonces el joven se asustó y les preguntó cómo podría escapar. Uno de los vecinos advirtió al joven: Yo puedo darte una cosa que corre rapidísimo, que tiene forma de caballo y se llama gorrión. El dueño del gorrión también le dio cuatro cosas al joven: carbón de leña, espina de limón, un huevo y sal. Le explicó al muchacho diciéndole que cada vez que tuviera problema dejara caer las cosas, una por una, que eso le facilitaría alejarse. Abrió la puerta al gorrión y éste salió corriendo, y el joven saltó sobre el gorrión para que lo llevara a un lugar lejano.

El Hombre del agua o walasa, regresó al medio día junto con otros walasas, porque el mismo día querían comerse al joven. Pero éste ya había huido. El walasa, de inmediato, comenzó a perseguir al joven con otro que también tenía forma de caballo, color negro, pero que era mucho más veloz que el del muchacho. Finalmente, el Hombre del agua, casi estaba por alcanzar al joven, cuando éste dejó caer a la tierra el carbón de leña. Inmediatamente, la tierra se convirtió en un campo de grandísima extensión. Al walasa le costó mucho avanzar, pero finalmente salvó esta dificultad y continuó persiguiendo al muchacho.

El joven, esta vez, dejó caer la espina del limonero al ver que el walasa ya estaba cerca y de inmediato, el lugar se convirtió en pura espina y le costó mucho al Hombre del agua avanzar. Finalmente salió y continuó persiguiendo al joven. El muchacho por tercera vez, dejó caer una cosa al ver acercarse a su enemigo, esta vez el huevo, e inmediatamente la tierra se convirtió en grandes cerros lisos, sin árboles, lo que le costó mucho al walasa atravesar, pero, finalmente salió y continuó persiguiendo al joven. Ahora, el muchacho, por cuarta y última vez, dejó caer la sal cuando se acercó el enemigo e inmediatamente, la tierra se convirtió en mar. El walasa no pudo salir y se ahogó con su caballo.

El joven llegó a un lugar donde guardó su caballo gorrión. Era un lugar seguro y que nadie había visto. Allí le dio de tomar agua a su caballo gorrión, buscó y encontró trabajo que era de dar agua a las flores. Un día, una pareja quería casarse y había invitado al joven. Él fue entonces donde su caballo y le dijo: quiero unas ropas nuevas y el caballo gorrión le consiguió todo y el joven se vistió. Se fueron juntos cabalgando, corriendo a toda velocidad, para participar en el casamiento. Después del paseo, el muchacho llevó al caballo al mismo lugar, donde lo dejó amarrado.

Así pasó el tiempo. Un día, el joven se casó con la hija de un hombre que tenía mucho dinero. Pero el padre la echó fuera de la casa porque se había casado con un pobre. Fueron a pasar la noche en una pocilga, pero al anochecer, el joven le dijo al caballo gorrión: mi deseo es tener al amanecer una casa de diez pisos. Entonces el caballo pidió ayuda a los patos, gallinas, cerdos y otros animales. Toda la noche trabajaron, hasta que terminaron. Por la mañana, al despertarse el hombre rico, vio una casa de diez pisos, enfrente d su propia casa que quedaba mucho más exigua. En estos momentos, la esposa del joven despertó y le dijo a su marido: Despiértate, que estamos ya en casa de mi papá. Pero el hombre le contestó a su mujer: No tengas miedo, esta casa es tuya. El hombre rico vino a ver la casa nueva, para saber de quién era, y le dijeron que su dueño era el Hombre ceniza. El hombre rico no lo conocía y pensó quien será? Entonces pidió permiso para subir hasta el último piso. La sorpresa fue grande, al ver al joven y su hija como esposa de él. El hombre rico se asustó y dijo: Todo mi dinero os lo doy a vosotros. Pero el Hombre Ceniza le contestó: No queremos tu dinero, puedes irte y vivir tranquilamente. Así cuentan que el Hombre Ceniza y su mujer vivieron felices juntos hasta que murieron.

Los dos huerfanitos (leyenda)

Vivían muy lejos del pueblo. Cuando murieron sus padres quedaron desamparados y solos. Como tenían hambre, el niño iba a buscar siempre comida en la montaña. Un día, se encontró con un campo donde abundaban las frutas. Desde entonces, siempre regresaba allí para cortarlas. Pero el dueño se dio cuenta de que alguien le estaba robando las frutas y decidió vigilarlo. Al día siguiente cuando llegó el niño, miró por todas partes y descubrió que había una persona vigilando el campo, y tuvo que esperar hasta la noche. El niño ya nunca más regresaba a la luz del sol sino cuando caía la noche. El dueño del campo notó que, a pesar de su vigilancia, siempre desaparecían las frutas y decidió permanecer en el campo día y noche. Por fin, después de muchas idas y venidas, el niño fue sorprendido por el dueño, que resultó ser el diablo. Cuando ya iba a ser comido, el niño le contó su historia. El niño le dijo que tenía una hermanita y el diablo le pidió que fuera a traerla. Desde ese día, los dos quedaron esclavos del diablo: el niño rajaba leña en el campo y la niña echaba tortillas.

La tristeza se hizo dueña del corazón de los dos huerfanitos. Un día llegó un pájaro carpintero y le dijo al niño que el diablo estaba planeando matarlos hoy, y le dio el siguiente consejo: esta misma tarde, cuando el diablo les pida que bailen encima de la madera que tapa la poza, ustedes le dirán que no saben bailar y que es necesario que él les enseñe primero. Cuando él comience a bailar, levanten la tapa para que se vaya al fondo, donde hay agua caliente, así morirá el diablo, después quemen el cuerpo y la ceniza la tienen que botar al otro lado del mar. El niño regresó a casa con su carga de leña, le contó a su hermanita y se pusieron de acuerdo de lo que iban a actuar ante el diablo, siguiendo lo que el pájaro carpintero les había aconsejado. Esa misma tarde, el diablo les dijo que bailaran. Los niños contestaron que no sabían y que era necesario que él les enseñara. Cuando comenzó a bailar sobre la madera que tapaba la poza, los niños corrieron, la levantaron y lo dejaron ir al agua caliente. Así murió el diablo. Luego quemaron el cuerpo, recogieron la ceniza y la pusieron en un jícaro, bien tapado. Como había que llevarle al otro lado del mar, encontraron dos voluntarios que se ofrecieron para hacerlo: el venado y el gran sapo. Después de una dura competencia entre los dos, el sapo resultó vencedor. Antes de cruzar el mar, el niño advirtió al sapo que por nada del mundo abriera el jícaro. El sapo salió cargando el jícaro, nadó y nadó. Al fin llegó a una isla y sintiéndose lleno de fatiga, se puso a descansar. El jícaro hacía mucho ruido y esto despertó su curiosidad. Olvidándose del consejo del niño, abrió la tapa. Inmediatamente salieron toda especie de avispas, mosquitos, zancudos, miles de insectos de toda clase y tamaño, que picaron al sapo hasta dejarlo hinchado. Todavía se pueden ver los piquetazos en el cuerpo del sapo. Dicen que si el vendo hubiera llevado el jícaro, ahora no tendríamos estos insectos que abundan en las montañas.

Los cuatro hermanos (Leyenda)

Había una vez cuatro hermanos que se dedicaban a picar hule en las montañas. Todos los días iban a trabajar. Un día cuando regresaron por la tarde encontraron la casa bien ordenada y la comida preparada para comer, alguien tenía que haber estado cocinando. Los hermanos se preguntaron quién podría haber entrado en la casa arreglando todo. Para descubrirlo dijeron que el día siguiente uno de ellos tenía que quedarse en la casa para descubrir a la persona que entrara. Decidieron que el hermano menor se quedaría vigilando la casa. Al medio día llegó una mujer joven y muy bella, entró y comenzó a cocinar. El hermano mayor vio todo lo que ella hacía, pero no se atrevió a decirle nada porque sospechaba que era algún espíritu en forma humana. Al caer la tarde, cuando los demás hermanos estaban por llegar, la mujer desapareció. Los hermanos preguntaron a su regreso a su hermano mayor: Quien vino? Vino una mujer joven y muy hermosa, pero que no me atreví a hablarle contestó el hermano. Al día siguiente se quedó otro hermano. Al medio día llegó la misma mujer y entró y comenzó a cocinar, haciendo lo mismo que la vez anterior. Los hermanos al regresar, le preguntaron a su hermano que pasó? y éste les dijo que había venido una joven y bella pero que no se había atrevido a hablarle. Entonces el hermano menor se puso furioso diciendo: tú no eres hombre para hablarle a esa mujer.

Al día siguiente se quedó el tercer hermano en la casa, pero, igual que los demás hermanos, no hizo nada cuando la mujer apareció. Por último se quedó el hermano menor, diciendo a sus hermanos: yo sí, yo tengo que hablarle a esa mujer. Al medio día llegó de nuevo la mujer, empezó a cocinar y luego se fue al río a lavar los trastes. El hermano menor la siguió con mucho cuidado y cuando estaba cerca de la mujer, se tiró sobre ella. La mujer quería escaparse pero finalmente se calmó diciendo al hombre: déjame, no voy a correr. Entonces, el muchacho no la molestó más. Empezaron a hablar y el hombre le dijo que quería casarse con ella. La mujer respondió, que dentro de cuatro días regresaría para llevarlo. Regresaron los hermanos y le preguntaron al muchacho que pasó y les dijo: hablé con ella, es la reina de los zopilotes. Pasado los cuatro días, la mujer regresó para llevarse al muchacho a las nubes, donde ella vive.
Panamaka viejo (leyenda)

Este hombre tenía varias mujeres y a cualquiera que se atrevía a molestarlas lo mataba para comérselo.

Para vencer a otros hombres usaba una lanza con colmillos de tigre, fue muy respetado entre su grupo. Panamaka viejo tenía dos sobrinos a los cuales quería matar. Para realizarlo, se convirtió en una sierpe grandísima y se los tragó. Después se fue al otro lado del mar, donde los dejó en forma de excremento. Pero los dos sobrinos estaban todavía con vida. Entonces comenzaron a hacer flechas, con el fin de cazar unos patos, cuyas plumas después, querían usar para hacer alas que les permitieran cruzar el mar y llegar hasta el cerro Yaluka, donde se encontraba el resto de sus familiares. Hechas las alas, las amarraron a sus brazos y a su cuerpo y salieron volando. Duraron varios días en cruzar el mar, pero finalmente, llegaron a su destino. Este día, la madre de ellos estaba en el río y vio sobrevolar dos grandes palomas pero, solo mucho más tarde, se dio cuenta que eran sus hijos. En el cerro Yaluka, encontraron a otro tío suyo que se llamaba Muku. Enseguida comenzaron a preparar chicha e invitaron a Panamaka Viejo con el propósito de vengarse. Al llegar éste a la casa de Muku, este le dio una hamaca para descansar y le ofreció chicha, y Panamaka Viejo comenzó a tomar. Los dos sobrinos estaban escondidos, pero, de vez en cuando tiraban piedras en dirección a Panamaka Viejo, que pasaban cerca de su cuello. Muku se encontraba casi a Panamaka Viejo y sabía bien los planes de los dos sobrinos, pero aparentaba ser inocente y cada vez cuando tiraban, les decía: niños, respeten a los mayores. De esta manera, Panamaka Viejo se sintió en seguridad. Pero una vez ebrio, todos le golpearon con los pies hasta que murió. Decían que así se vengaron los dos sobrinos de Panamaka

La guerra de Inahwa (Leyenda)

Los sumos que vivían en el río Waspuk, muchas veces, se iban muy lejos en busca de pescado. Un día, estando muy largo, se encontraron con otro grupo de sumos más numeroso que ellos, del río Patuca y fueron capturados todos. Las mujeres fueron maltratadas y a los hombres les forzaron a trabajar para ellos. Un día, veinte hombres lograron escapar del lugar y llegar hasta el río Coco. En el camino algunos murieron de hambre, y cada vez que uno no podía continuar el camino, el jefe con el fin de darles valor y ánimo a sus compañeros, para que soportaran el hambre y llegaran a sus casas, les decía: piensen solamente que en casa de nuestra abuela nos espera carne de guardatinaja. Para los que, a pesar de todos los esfuerzos, murieron, hicieron una casita, indicando así la tumba de donde dejaron el cadáver. También murió el hijo de Inahwa que era el jefe. Los que pudieron escapar y llegar sanos y salvos a su caserío, empezaron a preparar lanzas y flechas y después, se fueron todos a pelear contra sus enemigos., atacaron a los hombres de Inahwa, sacaron a sus mujeres detenidas y ganaron. Esto se llamaba la guerra de Inahwa.

La corpa de Paniawas (Leyenda)

En Paniawas en el río Waspuk, vivía hace mucho tiempo, una obra muy grande, que mató muchos animales y también hombres para comérselos, de manera que los sumos no se aumentaran en número. Todavía se puede ver como la roca en la ribera del río, donde solía vivir la cobra, se encuentra muy lisa, pulida y con una forma como del cuerpo de la culebra. Un día, el sukia hizo que la cobra fuera matada por las piedras de rayo que cayeron del cielo acompañadas por truenos y relámpagos. Gravemente herida, la cobra se arrastró hasta la cumbre del cerro, que forma la ribera del río, donde se encuentran, hasta hoy, restos de sus huesos enormes.

Los Tawahkas desplegaban habilidad extraordinaria para confeccionar sus ropas con la corteza del árbol de tuno (Ficus spp). Las mujeres machacaban la corteza mojándola con agua continuamente durante muchas horas hasta darle la forma, color y tamaño adecuado. Utilizaban también la corteza de mahoe o majagua (Heliocarpus dorell), guayabillo (Teminalia oblonga) con el que teñían de negro las fibras de majao, la corteza de keroseine (Tetragastris panamensis), achiote (Bixa orellana) para teñir de rojo las fibras, sahkal ( sakal), caoba (Swietenia macrophylla), raíces del túmerico (Curcuma longa). Según el antropólogo Rivas, los tawahkas están estrechamente vinculados a la tierra, la población se dedica al cultivo de plátanos, malanga, banano, camote, yuca amarga y dulce, caña de azúcar, ayote, frijoles. Todos estos vegetales los han cultivado para el autoconsumo. La región en que viven los Tawahkas, según Rivas, cuenta con un vasto recurso silvícola. En sus bosques se encuentra gran cantidad de maderas preciosas, especialmente caoba, que se han utilizado para fabricar pipantes (especie de canoa), canoas y obtención de tinta, instrumentos de cocina, pisos y paredes de las casas; son especies también utilizadas: laurel (Cordia alliodora), majao ( Heliocarpus donnell- smithii) para elaborar hamacas y bolsas de mecate, tuno blanco ( Ficus), caco silvestre ( Theobroma cacao. Se han elaborado vinos de varias palmas y de la caña de azúcar, del arroz y el maíz se hace bebidas embriagantes. De la palma llamada supa consumen el fruto cocido; el tronco lo usan para hacer arcos y del pejibaye o del mazapán preparan una bebida llamada guabul (sustito de la leche materna en los infantes La práctica de la medicina tradicional está actualmente en manos de los hierberos o personas entendidas, hombres y mujeres de reconocido talento poseedores del conocimiento de la flora medicinal, así como de todo lo relacionado con esta actividad. Las plantas medicinales están generalmente asociadas a uno o varios síntomas, normalmente se ingieren en forma oral, en baños de vapor o de tina. Las plantas mágicas se emplean para combatir problemas de origen psicológico, emocional o espiritual.

Entre las plantas que mayormente han trascendido su uso con alguno de los fines mencionados anteriormente podemos identificar las siguientes:

Santa maría (Piper peltata), para reumatismo, dolor de cabeza, hinchazones, resfriados

  • Achiote (Bixa orellana), se usa para el dolor de cabeza y del vientre.
  • Limón (Citrus aurantifolia), para la tos, resfriado y picadura de serpiente.
  • Zacate limón (Cymbopogon citratus), para la calentura, dolor de vientre y resfriados.
  • Culantro (Eryngium foetidum), para las lombrices, gripe, tos, calentura.
  • Albahaca (Ocimum campechianum), para los locos, calentura, diarrea, dolor de oídos)
  • Guayaba (Psidium guajava), para la diarrea.
  • Juanilama (Limpia alba), para la gripe, tos, asma.
  • Chichigua (Solanum mammosum)
  • Flor de muerto (Tapetes erecta), para la calentura
  • Hierba del cancer ( Acalypha arvensis), para los riñones y los mareos.
  • Dormilona (Aeschyonema americana), para el dolor de estómago y de la rabadilla)
  • Pega-pega (Desmodium adscendens), para el dolor de vientre y de la rabadilla
  • Zacate ( Eleusine indica), para el dolor de vientre y de las muelas
  • Miona ( Hyptis capitata), para llagas, granos, dolor de estómago, mal de espíritu
  • Barehorno (Hyptis verticillata), para los granos, dolores, heridas, verrugas.)
  • Ipasina ( Petiveria alliacea), para el constipado, tos, bronquitis)
  • Frijolillo (Senna occidentales), para la gripe, dolor de cabeza y de estómago, alergias
  • Escobilla (Sida acuta), para los granos, dolor de cabeza
  • Barilla negra (Acalypha diversifolia), para heridas de machete, hemorragia, disentería
  • Caña agria (Arthrostemma ciliatum), para el mal de orín, granos en la boca
  • Indio desnudo (Bursera simaruba), para el dolor de cabeza, resfriado, hígado
  • Zarza hueca ( Byttneria aculeata), para la diarrea, estreñimiento, para dar a luz rápido
  • Guarumo ( Cecropia peltata), para los granos, dolor de estómago y de muelas
  • Picamano (Cissus rhombifolia), para los abscesos, hinchazones
  • Chamal amareo (Mikania micrantha), para el dolor de estómago
  • Caña de danto (Costus lima), para las ronchas, granos, ardor de orín
  • Calaica (Momordica charantia), para paludismo, calentura, dolor de estómago
  • Tres puntas (Neurolaena lobata), para paludismo, calentura, hígado, dolor de estómago
  • Cordoncillo (Piper aduncum), para las hinchazones, resfriados, nervios, calentura
  • Zapotillo (Solanum nudum), para reumatismo, dolor de oídos
  • Jobo de monte ( Spondias mombin), para sarampión, viruela, mareos
  • Uña de gato ( Uncaria tomentosa), para mazamorra, dolor de muela, riñones
  • Cola de bagre (Xiphidium caeruleum), para heridas, zafaduras, golpes, tos
  • Bledo ( Amaranthus spinosus), para abscesos, tumores en la piel, ronchas
  • Verdolaga ( Portulaca oleracea), para dolor de estómago, hígado
  • Escobilla ( Scoparia dulcis), para dolor de estómago, mordedura de serpiente barba amarilla
  • Cedro macho (Carapa guianensis), para granos, picazones, control de piojos
  • Gualiqueme (Eritrina fusca), para nervios, y para la fiebre
  • Santa Marta (Justicia carthaginensis), para asma, el pecho, bronquitis
  • Guácimo ( Luehea seemannii), para desintería (diarrea con sangre), diarrea
  • Hombre grande ( Quassia amara), para la calentura
  • Baraja ( Senna reticulata), purgante, manchas en la cara, sarna
  • Guayabillo ( Terminalia oblonga), para desintería
  • Escalera de mono ( Bauhinia guianensis), para dolor de estómago y del vientre
  • Masica ( Brosimum alicastrum), para dolor de muela
  • Tabacón ( Cespedesia macrophylla), para diarrea, desintería
  • Paleta ( Dialium guianense), para dolor de rabadilla
  • Madre de hule ( Hernandia stenura), para dolor de huesos, reumatismo, mordedura de
  • serpientes, constipado
  • Guapinol ( Hymenaea coubaril), para dolor cabeza, para locos, impotencia sexual
  • Drago ( Machaerium milleflorum), para dolor de rabadilla
  • Bálsamo ( Myroxylon balsamum), para reumatismo, heridas, dolor de vientre
  • Terciopelo ( Sloanea meianthera), para lavar heridas, desintería, diarrea
  • Quina ( Sparattanthelium septentrionale), para calentura, paludismo, heridas, riñones, dolor de estómago
  • Caoba ( Swietenia macrophylla), para granos, cáncer en la piel
  • Barilla ( Symphonia globulifera), para dolor de muelas
  • Kerosen ( Tetragastris panamensis), para mazamorras
  • Palo de sangre (Virola koschnyi), para heridas, granos
  • Bejuco de hombre (Heteropsis oblongifolia), para la impotencia.

Etnozoología: Principales animales utilizados en la alimentación, abrigo, transporte, señales para el pronóstico o predicción del tiempo o del clima.

De acuerdo a datos presentados por el antropólogo Rivas, 1993, los Tawahkas cazaban a nivel de subsistencia; numerosas especies silvestres se encontraban cerca de sus aldeas, los que eran cazados con arco y flecha, trampas, rejones, entre los que capturaban: pavos, lapa verde (Ara ambigua), lapa roja (Ara macao), venados (Odocoileus virginianus) jaguilla, quequeos, danto (Tapirus bairdii); de los ríos, manantiales y lagunas apresaban peces, camarones, tortugas ( Caretta caretta), manatíes (Trichechus manatus) y cangrejos (Manucomplanus varians), utilizando anzuelos, arpones, atarrayas hechas de bejucos y usaban hierbas adormecedoras.