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Piratería

Hagamos una breve acotación estadística: en todo el siglo XVI los metales preciosos representan el 95 por 100 del valor de todas las exportaciones americanas a Europa: de ese valor total el 80 por 100 corresponde a la plata, el 19 por 100 al oro y el 1 por 100 a las perlas preciosas procedentes de las costas venezolanas. De toda esa producción una cuarta parte se quedaba en las Indias para moneda (los famosos pesos) y gastos suntuarios diversos, y el resto viajaba a Europa o Asia.

Se ha calculado que durante el siglo XVI, incluyendo el contrabando. Europa recibió de América más de dieciocho millones de kilos de plata. Las consecuencias fueron importantísimas: aumento del volumen de moneda circulante, cambios en las relaciones con Asia y talvez cierta contribución al aumento de precios e inflación europea del siglo.

El comercio trasatlántico general, incluyendo el de la plata, era muy lento y costoso. Los productos de Chile o del Perú llegaban al puerto del Callao (barrio de Lima) desde donde navegaban a Panamá: allí atravesaban el istmo en recuas de mulas y alcanzaban, al otro lado, el puerto de Nombre de Dios (más tarde Portobelo). De allí a Santo Domingo, donde concluía otra ruta marítima que salía de Veracruz recogiendo la plata mexicana.

El comercio trasatlántico general, incluyendo el de la plata, era muy lento y costoso. Los productos de Chile o del Perú llegaban al puerto del Callao (barrio de Lima) desde donde navegaban a Panamá: allí atravesaban el istmo en recuas de mulas y alcanzaban, al otro lado, el puerto de Nombre de Dios (más tarde Portobelo). De allí a Santo Domingo, donde concluía otra ruta marítima que salía de Veracruz recogiendo la plata mexicana.

Desde La Española ambas expediciones, unidas y con protección militar, emprendían el viaje a España. Desde 1564 se enviaba una flota anual a México y otra a Panamá y Sudamérica. En Acapulco, en la costa pacífica de México, concluía, a su vez, la travesía del galeón de Manila que, desde 1565, traía sedas y lacas chinas que intercambiaban por la plata mexicana. La complicada y lenta ruta a las Indias era el único procedimiento aceptado de intercambio, dado el carácter de monopolio comercial. El encarecimiento de los productos europeos fue una consecuencia inevitable. Una barrica de vino español, un tonel de aceite, una pieza de paño que en Sevilla resultaban ya más caros que en el resto de España, al llegar al primer puerto americano costaban cinco veces más: diez veces más en el centro de México y hasta veinte veces más en el Potosí. Entre los factores que encarecían los precios hay que destacar la navegación en convoyes protegidos, que alargaba la duración del viaje (se navegaba a la velocidad del buque más lento) y aumentaba el tiempo perdido en puertos por transbordos, carga, descarga, reparaciones y esperas. Según Chaunu, en el período de dos años una flota dedicaba dieciocho meses y medio a actividades de «tiempo muerto» y cinco meses y medio a navegar. Al alargar el recorrido se aumentaban costes, pues en cada buque se cargaban unos 700 u 800 kilos de víveres, vino y agua por tripulante. En el siglo XVII el aumento de volumen de los navíos-que pasan de 300 a 700 ó 1000 toneladas-permitió dedicar mayor porcentaje a la carga.

El contrabando, no obstante, constituyó la gran tentación; se ha dicho que entre 1650 y 1760 fue superior en volumen al tráfico oficial. Era práctica habitual de los mineros, de los mismos oficiales reales encargados de controlar la cantidad de mineral producid, de los comerciantes de las etapas intermedias, o de los mismos marineros andaluces, llamados metederos que, sus barcas hasta los grandes mavíos poco antes de que la flota de Indias, acudían en sus barcas hasta los grandes navíos poco antes de que la flota llegara al puerto de Sevilla o de Cádiz. Porque así se ahorraban la parte de metal que la Corona se quedaba en concepto de impuesto, ya que el subsuelo pertenecía al rey, que lo arrendaba a particulares (el llamado «quinto real» que solía ser un porcentaje algo inferior).

¿ Hasta qué punto podemos fiarnos de las cantidades declaradas en las estadísticas oficiales, si todos se benefician del sistema ?

Hubo una forma muy fácil de controlar a los mineros de la plata, puesto que, para obtener el mayor beneficio del mineral de plata, se debía utilizar el procedimiento llamado «sistema de patio» o amalgama de mercurio y mineral molido. Y como el mercurio sólo podía proceder de dos minas, Almadén en España o Huancavélica en Perú, y ambas eran de monopolio real, por la cantidad de mercurio que un minero pedía cabía deducir la cantidad de plata que purificaba y exigírsele el porcentaje correspondiente.

La producción de plata aumentó desde mediados del siglo XVI hasta las primeras décadas del XVII, obteniéndose en Perú los mayores porcentajes. Luego, agotado el mineral más próximo a la superficie, se inició un declive de producción en el resto del siglo XVII.

En cuanto al oro, sólo fue rentable en Antioquía (Nueva Granada) donde lo trabajaban cuadrillas semi-autónomas con gran porcentajes de negros. El mineral se exportaba por Cartagena de Indias.

Desde una perspectiva general, más amplia, la unidad económica americana del siglo XVII fue la región: centrada en la ciudad, era una unidad bastante autónoma, provista por las haciendas vecinas, pero que también intercambiaba sus excedentes con otras regiones americana. De Europa sólo se importaban minerales inexistentes en el continente, vinos o aceites y objetos de lujo. El resto se obtenía en América. Una amplia red de caminos recorridos por recuas de mulas transportaba no sólo los metales preciosos a los puertos, sino muchos otros productos de una región a otra, tanto los que llegaban de Europa a los puertos importadores, como los productos locales. Así la harina de México se tranporta a las islas del Caribe, donde no se aclimató el trigo, intercambiándola por los productos españoles que dejaba la flota al vaciar sus bodegas antes de emprender el regreso a España. El cacao viajaba de Venezuela a México. El trigo y el cobre chileno ascendían al Perú. Entre las colonias portuguesas del Brasil y las españolas del Río de la Plata había un activo comercio del cuero.

El Alto Perú minero significaba una potente demanda de todo tipo de productos alimenticios, de pieles, sebo y mulas; de esa demanda vivía todo el norte argentino y las comarcas del Perú y Chile. Los capitales del Perú acudían hasta Acapulco, atraídos por las sedas y artículos chinos de lujo que llegaban en el «galeón de Manila».

En resumen, mientras no obstaculizara los planes del monopolio peninsular de la plata y de los productos españoles, mediante el lento sistema de las flotas, se toleraba el comercio americano interprovincial, de tal manera que las Indias atravesaron la crisis del siglo XVII sin apenas notarla. También ayudó a sobrellevarla el contrabando de productos europeos llevados a las Indias.

¿ Comerciantes o contrabandistas ?

No podremos comprender el funcionamiento económico de las Indias sin analizar el importantísimo papel que desempeño el comercio europeo ilegal.

La enorme expansión del nuevo continente impedía que España pudiera defenderlo frente a otras potencias y evitar que éstas comerciasen o se estableciesen en el Nuevo Mundo. Muchos países se dedicaban a este tipo de intercambios: tanto Portugal, que durante todo el siglo XVI había recorrido las costas africanas para luego, doblando el cabo de Buena Esperanza en 1487, llegar a la India en 1498, como Inglaterra, Francia, las repúblicas italianas y, más tarde, los Países Bajos.

Las expediciones no castellanas a América se iniciaron a comienzos del XVII y pronto, a imitación del ejemplo español o aprovechándose de él, se añadira el deseo de establecer colonias de población en algunas zonas poco controladas por la corona española. Todas las potencias europeas encontraron su oportunidad dorada en las numerosas islas del Caribe, muchas de ellas deshabitadas, que permitieron establecer colonos, situarse en la ruta de los galeones españoles, mantenerse gracias a la abundancia de ganado e intentar incluso un comercio propio de exportación a Europa de pieles de ganado primero, y luego de azúcar.

En época de guerra los conflictos se extendieron a las aguas americanos buscando siempre el beneficio personal. Los hugonotes franceses, por ejemplo, saquearon en 1555 La Habana y en 1564 la Florida. Llegaron luego los continuos ataques de los ingleses por parte del terrible (para los españoles) o brillante marino (para los ingleses) Francis Drake. Y dese 1595, los holandeses.

La rivalidad europea se traslada a las colonias.

Los Países Bajos, que eran vasallos de los reyes de España, se rebelaron e iniciaron una guerra de independencia que acabó en una tregua de doce años en 1609. Desde ese año lanzaron una gran ofensiva naval en América que consiguió capturar la flota que llevaba la plata a España y ocupar la zona de Pernambuco y todo el noreste del Brasil, que conservaron hasta 1654. Por los mismos años se instalaron en las islas de Aruba y Curacâo que transformaron en auténticas bases comerciales.

en 1625 el Caribe es ya un mar internacional con predominio holandés. Enfrentados militarmente con Inglaterra, la primacía de los Países Bajos va siendo sustituida por la inglesa a mediados de siglo. En 1638 habían ocupado Belice, en el istmo, y en 1665 Jamaica, en el Caribe, importante base naval hacia el continente; dominaban también algunas de las pequeñas Antillas. Francia, que ya se había situado en ese mismo grupo de islas, en 1674 ocupó la costa de la Guayana y en 1697, asestando un duro golpe a las defensas españolas, la mitad oriental de la Española, o Haití, la primera isla en que se asentaron los europeos en el Nuevo Mundo.

Además del ataque, el saqueo y el asentamiento todas las potencias europeas se dedicaron en el Nuevo Mundo a una actividad honrada pero que las leyes españolas impedían: el comerciode sus productos o de esclavos africanos, comercio que denominamos «contrabando». Como hemos visto, España mantuvo el monopolio comercial de Sevilla y de los barcos y comerciantes españoles, que seguían unas rutas fijas y trataban sólo con unos puertos americanos determinados.

A los barcos no españoles les estaba vedado el comercio de las Indias.

El encarecimiento de precios, debido al monopolio y a la rigidez comercial, explica el atractivo del mercado americano para las potencias europeas que producen lo que América desea comprar. Para los colonos, el contrabando era también la gran oportunidad de comprar barato y pagar con la plata americana tan deseada por los europeos. Al contrabando sólo se oponen los oficiales reales – que podían ser sobornados-y los comerciantes americanos que, oficialmente, estaban obligados a respetar el sistema de monopolio. Si en la historia europea se considera que el siglo XVII es un siglo de depresión, en América corresponde a una época de disminución de los contactos con Europa. América se replegó en sí misma, en ciudades crecientes y articuló mecanismos comerciales internos. Aunque alejadas entre sí y fieles a la idea de la posible autosuficiencia, se produjo de hecho una integración económica americana.

TRUXILLO 1632-1633

No obstante que se había terminado la guerra con Holanda, sus súbditos, dedicados a la piratería continuaron asolando los puertos centroamericanos. Así, en 1632 Trujillo vuelve a ser el blanco de los piratas, habiendo desembarcado en seis urcas y dos pataches, pero contando esta vez el puerto con nuevas defensas, se pudo repeler el ataque pirata.

El 15 de julio de 1633, Trujillo es atacado nuevamente por ocho naos grandes saqueando la ciudad, quemándola y llevándose sus canoas. Con este ataque el puerto queda completamente inhabitable para el comercio, ya que muchos de sus habitantes se trasladaron a otros lugares que presentaban más seguridad y los comerciantes deben haberse vuelto más desconfiados para poder remitir mercaderías al puerto. No obstante, el puerto se volvió a rehacer y se le dotó de nuevo material defensivo.

PIE DE PALO Y DIEGO EL MULATO

En el siglo XVII fueron cuantiosos los daños causados por los piratas al comercio en Centroamérica.

En un principio los puertos más afectados fueron los situados en la costa norte de la Audiencia. Puerto de Caballos fue asaltado en 1603, por el pirata Pie de Palo y su aliado y compañero Diego el Mulato. Los piratas sorprendieron al joven capitán Juan Monasterios cuando estaba en las operaciones » de cargar dos navíos con productos de la tierra».

El 18 de febrero de 1603 se entabló un combate en el que fue derrotado el valiente capitán, debido a su inferioridad numérica.

DIEGUILLO

En 1641, la ciudad y puerto de Trujillo fue atacada nuevamente por cuatro naos, permaneciendo 25 días en dicho puerto los piratas, capitaneandos por Diego Díaz o Dieguillo. Los piratas ya no se conformaban con saquear puertos ni las embarcaciones en altar mar sino que también buscaban centros en dónde poder abastecerse, reparar sus naves, y que les servieran como base para atacar las embarcaciones que se dirigían a los puertos. Tal es el caso de la ocupación que en 1642 hicieron de la isla de Roatán los piratas ingleses, que en adelante, por su posición estratégica, usaron como base para atacar los navíos que se dirigían a los puertos de Caballos, Trujillo y a las bodegas del Golfo Dulce.

Los ataques piratas, lejos de disminuir, se produjeron con más frecuencia, en los puertos de América. Esto dio lugar a que se mejoraran las fortificaciones de los puertos de Veracruz, Cartagena, La Habana y San Juan de Puerto Rico, en contraste con el deficiente sistema defensivo de los puertos de la Audiencia de Guatemala.

JUAN NAU, EL OLONES

Tanto la costa norte como la del sur continuaban siendo víctimas de las depredaciones de los piratas. Así, 1672 fue atacado puerto Caballos por el pirata Juan Nau, más conocido por el Olonés. Don Tomás Auyón refiere que como «Nada que robar halló en las tiendas, mandó incendiarlas e hizo poner en tortura a sus dueños para que confesaran donde tenían sus riquezas. Luego se dirigieron a la villa de San Pedro Zula».

LUIS AURI

El General Luis Aury, a ratos capitán, comandante o comodoro, corsario siempre fue un aventurero de origen francés (1788-1823) que desde 1810 participo en las luchas corsarias en el Caribe.

En 1819, cuando Bouchard atacaba en el Golfo de Fonseca, los barcos de Aury realizaron una incursión que tuvo por meta el puerto lacustre de Izabal, tomando el castillo de San Felipe que defendía esta vía de comunicación, única y dificíl salida de la capital del reino hacia las aguas del Atlántico. Recogieron importante botín y lograron la clausura de la ruta ante la inseguridad resultante de la acción corsaria.

El desembarco en Trujillo fue largamente estudiado y el mismo Aury cuenta que previamente envió emisarios y espías a esta plaza y a Omoa, en el deseo de preparar un levantamiento popular que respaldara a sus fuerzas, que con ser numerosas no estaban en condiciones de mantener una ocupación prolongada. El jefe corsario atribuye a la denuncia de algunos europeos que había entre los indios de la Mosquitia el que el Gobernador de Trujillo resultara prevenido, ante lo cual aquel «tomó todas las medidas de defensa apoyado en más de mil hombres del interior con que se reforzó», por lo que al desembarcar su infantería en número de cuatrocientos, en lugar de la explosión insurgente que según sus planes debía producirse, se encontró con una defensa bien preparada que hizo estéril el intento a pesar del valor de sus hombres.

El corsario perdió cuarenta hombres entre muertos y heridos y los caballos desembarcados, resultando averidos cuatro de sus barcos.

Reembarcada la tropa, la flotilla se dirigió a Omoa, rindiendo el puerto el 25 de abril y haciendo buen botín ya que los defensores lo entregaron a discreción mientras buscaban refugio en la fortaleza de San Fernando, calificada por Aury como » sepulcro de hombres vivos». Los corsarios ocuparon las alturas que rodean al castillo y por varios días la bandera azul y blanca flameó en el puerto, pero el 6 de mayo el sitio fue levantado y abandonada la conquista.

Mientras duró la ocupación, el principal defensor de Omoa, Capitán Eusebio Menéndez, requirió la ayuda del Gobernador de Honduras, Tinoco de Contreras, que recién pudo salir de su sede en Comayagua el 8 de mayo, llegando a Omoa cuando ya los corsarios se habian retirado.

Aury hostigó nuevamente a Omoa en setiembre del mismo año 1820, según lo informa a las autoridades centrales de Guatemala el propio Ayuntamiento de Omoa. Lo real es que en forma constante los españoles sintieron la amenaza de los barcos rondando las costas del istmo, al igual que los criollos independientes se veían apoyados en sus pretenciones por esa presencia invisible y poderosa, pronta al golpe audaz, terrible en la ejecución y rápida en la retirada.

Un funcionario de la Real Hacienda, D. Ramón Muñoz, en carta fechada en Tegucigalpa el 5 de enero de 1821, se dirige a su superior, D. José Velazco, informándole sobre varios sucesos que afectan a la provincia de Honduras, entre ellos el rumor de que los Zambos Mosquitos le habían vendido al corsario Aury el cabo de Gracias a Dios.

GUILLERMO PARQUEIRO

William Parker- o Guillermo Parqueiro, como lo llamaron los españoles- después de realizar grandes pillajes en la Española vino a Centro América en el período 1578 a 1580. Se le volvió a ver en 1598, en que llega a Puerto Caballos, conducido por Juan Venturate. En este año se hace de una buena cantidad de «tinta de añil, zarza, cueros, bálsamo, liquidámbar, cacao, vainillas y otros géneros preciosos, que estaban prevenidos y a punto para la carga de los navíos de España».

El presidente Criado de Castilla, ante la amenaza de Parqueiro, dispuso que siempre estuviese lista la gente de Trujillo, Olancho, Yoro y otros lugares de la costa hondureña, en la que nunca había tranquilidad. La misma escuadra, al mando de Antonio Shelley, aliado de Parker, merodeó por algún tiempo en el litoral.

En las postrimerías de 1599 y a principios del 1600, Parker se presentó en Puerto Caballos. en llegando, bajo sus bateles para saltar a tierra, pareciéndole que la guarnición española era poca. Trescientos cincuenta ingleses bien armados ganaron la playa en la que les esperaban sesenta infantes españoles. Pronto principió el combate, disparándose los arcabuces, y cuando los enemigos creían suya la victoria, se vieron de improviso atacados por retaguardia por ciento veinte jinetes armados de lanzas y medias lunas, que en un momento les hicieron cuarenta y siete bajas. Huyeron hacia sus botes, y la lección recibida fue tan eficaz que durante tres años no volvieron a asomar por aquellas contornos.

Los Corsarios

Hasta el siglo XVI pirata y corsario venían a ser una misma cosa. Pero a partir de entonces comenzó a precisarse el significado de cada una de estas palabras, porque ciertos piratas y algunos hombres de mar fueron legalmente autorizados para interferir los tráficos marítimos de determinados países, mediante un documento llamado letra o patente de corso, librada por un soberano. El pirata dejaba así de ser un ladrón y se convertía en un combatiente honrado. Un ejemplo: cuando Isabel de Inglaterra estaba en guerra contra Felipe II de España, concedió a Hawkins, Francis Drake y otros, letras de corso que les autorizaban a destruir y saquear las naves mercantes hispanas mientras durase el estado de guerra entre ambos países.

Además de la patente de corso existió asimismo la carta o patente de represalia, que autorizaba al armador que se había visto perjudicado por la acción de los corsarios a resarcirse con lo que pudiera sacar de cualquier nave de la misma nacionalidad de la que le había robado. Así sucedía que, entre represalias y contrarepresalias, nadie podía saber a ciencia cierta quiénes eran los piratas, quiénes los corsarios y quiénes los navegantes honestos que se defendían de unos y otros o que intentaban recuperar lo que les había robado.

También era distinto el tratamiento que piratas y corsarios recibían cuando caían prisioneros: comúnmente, el pirata era ahorcado en el mástil de la nave; en cambio, el corsario, si escapaba de la muerte en el combate, era conducido a una prisión o, como máximo, encadenado al banco de una galera.

La conclusión es que al pirata se le considera ladrón, mientras que el corsario es un combatiente.

Los Filibusteros

Los filibusteros eran más piratas que corsarios. El filibusterismo no se preocupó nunca de obtener patentes de corso de ningún soberano. Estos piratas tuvieron por escenario de sus hazañas las aguas que bañan las Antillas y las costa de América Central. En su origen aventureros, desertores y malhechores de toda clase abandonados aquellos mares por los españoles, holandeses, ingleses y franceses en el curso de las guerras del siglo XVI en el Atlántico occidental. La actividad inicial de los filibusteros fue salar y vender la carne de los toros y que cazaban en las islas donde habían sido desembarcados y abandonado. Por estos se les aplicó también el nombre de bucaneros, derivado de bucan, que significa carne salada.

El partido de los filibusteros, ó sea de los que trabajaban por la emancipación de las que fueron provincias ultramarinas de España. Filibusterismo. Los filibusteros, por otro nombre Hermanos de la costa, en su origen fueron los sucesores de los bucaneros. Su desarrollo data propiamente del siglo XVII, cuando organizados en las costas de Francia é Inglaterra y al amparo de los Gobiernos de estas naciones, estableciéronse en la isla de la Tortuga, viniendo á ser ésta el punto de partida de sus excursiones piráticas contra los buques españoles. La situación de dicha isla era para ellos muy favorable, pudiendo desde ella estar al acecho de los buques y hacer irrupciones en las colonias españolas del mar de las Antillas. A lo que parece, los filibusteros formaban una verdadera sociedad secreta, y aunque ninguno de los autores que sobre esta clase de sociedades escribieron la menciona, los que tal afirman esbozan el reglamento por el que se regían, cuyos principales capitulos eran: « El primer barco capturado corresponderá en derecho al capitán ó caudillo. El cirujano tendrá un ahber de 200 escudos, y el que señale la presa, 100 escudos. La pérdida de un ojo en combate se indemnizará con 100 escudos, y la de los dos, con 600 escudos ó seis esclavos, á elección del perjudicado. La pérdida de un brazo ó una mano se indemnizará con 200 escudos; la de ambos brazos ó manos igual que en la pérdida de los dos ojos. Si el valor de la presa no era suficiente á cubrir las indemnizaciones y gastos, la sociedad continuaba su campaña, y la primera presa que se hacía se destinaba á este efecto. Si la presa valía la pena de ser conservada, regresaban con ella á su sitio ó punto de partida; se pagaban las indemnizaciones á los heridos y los honorarios del cirujano, capitán y démas y luego se procedía al reparto del botín». hay quien señala incluso la bandera de los filibusteros, era negra, llevando en el centro un símbolo formado por una calavera y unos huesos cruzados debajo de ella. Dicen, además, que una vez izado aquel signo de muerte, era forzoso rendirse; de lo contrario, no había esperanza de salvación para el vencido. Entonces se disponían al ataque afilando sus armas y pidiendo auxilio y favor al Dios de los cristianos y á la Virgen María, y luego abordaban la nave enemiga ó asaltaban la fortaleza, no perdonando la vida á ninguno de los que en ella se hallaban. En la segunda mitad del siglo XVII fué cuando los filibusteros obtuvieron mayor pujanza, datando de aquella época sus principales fechorías.

Fuente: http://www.historiadehonduras.hn

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