Don Luis Mariñas Otero también nos dejó asomarnos al campo literario en su “Acercamiento a la Cultura de Honduras”. Veamos algo de lo que escribía y, sobre todo, disfrutemos de una hermosa poesía hondureña:
En cuanto a los escritores jóvenes de Honduras – lo que se ha llamado la generación de 1941-1950- podemos decir que son innumerables. La mayoría se encuentran aún en la etapa formativa y en busca de su estilo propio. Su obra, que representa todas las tendencias y estilos, está generalmente dispersa en revistas y periódicos o, más frecuente aún inédita, por lo que resulta difícil conocerla y, menos aún juzgarla en su totalidad. Podemos considerar como consagrados, cada uno en su género, a dos de ellos: en la poesía, al malogrado Jorge Federico Travieso y, en la novela, a Ramón Amaya Amador.
Jorge Federico Travieso, poeta introvertido, que murió cuando constituía una de las promesas de la poesía hondureña, con su soneto «Soledad».
Compañera del alma, compañera,quien quiera que tú seas: siempre estaremos solos
Aunque la risa mía tu corazón abriera,Aunque en horas de llanto lloráramos en coro;
Aunque fueras conmigo bajo la primavera
y nos hallara juntos el estío, y de oronos vistiera el otoño y el invierno viniera
trayendo para ambos un ataúd tan sólo.
Aunque tú me quisieras como yo te quisieray una vida en recuerdo para los dos hubieray entre tú y yo ni el viento pusiera un riel sonoro;
Aunque odiáramos juntos de la misma manera
y en amor y en ideales la llama nos uniera,
bajo la noche inmensa, ¡siempre estaremos solos!
Y ahora, Usted también lo sabe.