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UN MINISTRO DE VERDAD

El poder político…tal parece que la base original de las relaciones políticas, la amistad que genera confianza, ha sido sustituida por el dinero. Pero, como nos lo contaba don Froylán Turcios en su “Anecdotario Hondureño”, esas no fueron las enseñanzas que nos dejaron:
El único Ministro que ha actuado en Honduras con poder efectivo fue el general Salomón Ordóñez, en el primer gobierno de Manuel Bonilla.
Debe recordarse que éste le debía en gran parte la Presidencia, pues sin la oportuna eficacia de su resuelta cooperación en Amapala, su triunfo, a pesar de todas las probabilidades del derecho y la justicia, hubiera sido quizá problemático.
Bonilla le pagó ampliamente su eficaz ayuda en los inciertos días de prueba. Al asumir el Mando Supremo le nombró su Ministro General, con facultades extraordinarias, sin las restricciones que sujetaron a Rosa en la época de Soto.
Ordóñez sí fue Ministro omnipotente en los meses de 1903 en que desempeñó el Ministerio General y después en la extensa esfera del Ministerio de Gobernación.
Viviendo con el Presidente en el segundo piso del Palacio Viejo, dormían en la misma estancia, y todas las cosas del servicio personal eran de uso común entre los dos. El Mandatario le entregó la administración de su casa y Ordóñez tenía las llaves de todos los muebles. Con él era preciso entenderse en los menudos asuntos domésticos relacionados con el gobernante y lo que hacía era acatado sin réplica por éste.
Pero de tan pequeñas cosas ascendía su fuerza a las de mayor trascendencia en el gobierno de la República. Hasta para acordar un gasto de dos pesos o proceder al nombramiento de un conserje consultaban al Jefe sus Secretarios de Estado, como en todos los tiempos antiguos, modernos y contemporáneos. Ordóñez sólo acudía en consulta en los casos que juzgaba de verdadera importancia. En los de segundo orden él resolvía, según su criterio o su capricho, o dejaba a mi arbitrio (yo era el Subsecretario) su despacho. Frecuentemente, por sus ausencias de la capital o por enfermedad, no iba a la oficina y yo me entendía directamente con el general Bonilla.
Una mañana le daba yo cuenta de varias solicitudes en el pequeño cuarto en que tenía su escritorio, contiguo al pasillo en que reposaba Ordóñez en una hamaca.
Acepte al coronel tal su renuncia de la Gobernación Política de… y nombre en su lugar al Lcdo. X me dijo el Presidente.
Pasado un rato, cuando ya me retiraba, me llamó Ordóñez. No ponga ese acuerdo. A la tarde bajaré al Ministerio.A los tres días me preguntó el gobernante:¿Se olvidó de hacer el nombramiento de Gobernador de…? El Ministro se negó a firmarlo.
Pujó dos veces arrugando el entrecejo:¡Qué viejo más zángano!Y nada más.Y ahora, Usted también lo sabe.

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