Fue en el cerro del Chinchayote, Departamento de Choluteca, Honduras. Era el 29 de junio de 1965, cuando el autobús en el que viajaban 52 personas -en su mayoría costarricenses-, se precipitó a un barranco de unos 25 metros de profundidad. Una falla mecánica le impidió al chofer del bus reducir la velocidad y maniobrar, cayendo –inevitablemente – al barranco.
En el autobús iba gran cantidad de niñas, integrantes del ballet infantil del Conservatorio Castella.
Llenos de alegría, esperanza y solidaridad, estudiantes, profesores y padres de familia habían salido de San José el sábado 28; pasaron la noche en Nicaragua y reanudaron el viaje ese fatídico día 29 con destino a Tegucigalpa, donde ofrecerían varias presentaciones en el Teatro Nacional Manuel Bonilla. El objetivo era recaudar fondos a favor de la Liga Hondureña Contra la Poliomielitis, enfermedad que azotaba fuertemente a esa nación centroamericana.
Solo 18 personas sobrevivieron a la tragedia, se perdieron 34 vidas. En el lugar que hoy se conoce como “la cuesta de los Ángeles” se construyó un monumento que recuerda a los fallecidos.
El periodista Juan Ramón Gutiérrez (QdDg), quien transmitió a través de la radio en San José la llegada de los cuerpos de las víctimas en un avión DC-4 de la Fuerza Aérea de Honduras, muchas veces comentó que “la escena era impresionante, bajaban y bajaban ataúdes en el aeropuerto de La Sabana, y casi todos blancos porque venían con niños, eran angelitos”.
El periodista Gutiérrez contaba que fue tal su impresión ante la magnitud de esa tragedia que escribió la canción “La Tragedia de Choluteca”, que interpretó el trío