Como estamos en el mes en que recordamos los valores patrios –qué no daría porque también nuestra independencia-, queremos recordarles a las personas que a nosotros, los que ya peinamos canas, nos sirvieron de ejemplo aún sin conocerlos, porque sus escritos e himnos moldearon nuestro amor patrio. Según nos cuenta la Escuela Metodológica Nacional en su sitio de internet… Don Luis Andrés Zúñiga fue Premio Nacional de Literatura «Ramón Rosa» en 1951.
Para Marcos Carías Reyes: «Las Fábulas» constituyen un capítulo muy singular en la obra de Luis Andrés Zúñiga, que no es vasta, sino selecta. Modelos de ingenio, de agilidad y sutileza psicológica; de prosa amena y castiza, en su género y en nuestro país, las «Fábulas» no tienen ascendencia, ni descendencia. Son únicas…en las «Fábulas» alcanzó una cumbre hasta la cual nadie ha ascendido ni antes, ni después de 61. Para José Antonio Peraza, «La poesía de Zúñiga ha sido valorada y justipreciada. . .Tiene ella el mérito de cantar exclusivamente lo nuestro, lo hondureño, pues nuestro poeta recogió su inspiración más de las cosas de nuestra tierra que de las ajenas. Su mismo poema «Águilas Conquistadoras», va dedicado a nuestros obreros, a nuestros campesinos, a todos los trabajadores hondureños…».
Pero, no era a eso que pretendía dirigirme…también fue su pluma la que nos grabó para siempre los versos que siguen en el Himno a Lempira:
Letra: Luis Andrés Zúniga
Música: Francisco Ramón Díaz Zelaya.
CORO
Hondureños en épica lira
y en estrofas de magno fulgor
entonemos un himno a Lempira,
al patriota de heroico valor.
SOLO
Gran caudillo de huestes bravías
nuestros valles y agrestes montañas
contemplaron sus rudas hazañas
por ser libre por siempre luchó.
Semidiós en su afán libertario,
el fue grande con toda grandeza,
el fue puro puro con toda pureza,
y a la patria su vida ofrendó.
SOLO
Invencible, soberbio, grandioso
de alma audaz y de cuerpo de acero
para herir al terrible guerrero
fue precisa la odiosa traición.
Y sin lucha valiente y sin gloria
al caudillo por fin derribaron;
mas los Andes nevosos temblaron
al caer en el gran Congolón.
Es posible que el tiempo vaya borrando estas letras de oro. Pero no entre nosotros, amables amigos, porque ahora, usted también lo sabe