Aprender más de un idioma ha sido siempre una puerta hacia nuevas formas de cultura. Nuestro mundo se hace más pequeño, desaparecen más fronteras, en la medida en que podemos entender y darnos a entender por nuestros semejantes de otras latitudes. Baste con pensar que el actual Papa, Francisco, habla con fluidez siete idiomas. Pues bien, vamos a cerrar por un momento las páginas del libro de don Rafael Heliodoro Valle, “Memorias de Honduras”, con esta historia sobre los estudiosos de idiomas:
El P. Juan Cerón, nativo de Tegucigalpa, aprendió en México el náhuatl para difundir la doctrina cristiana. Fueron sus compañeros de la Compañía de Jesús, el P. Francisco Andrade, de San Nicolás, quien entendía las lenguas de los indios de Guatemala, a cuya catequización contribuyó; y el P. José Lino Fábrega, que conocía el náhuatl.
Los hermanos Herrera (don Dionisio, don Próspero y don Justo José) leían el francés, así como su primo don José del Valle, quien era versado además en italiano e inglés. El ingeniero Miguel Midence, que sobresalió a mediados del siglo pasado, leía en francés y en eso fue su digna heredera su hija Feliciana. León Alvarado aprendió inglés, lo mismo que Carlos Gutérrez y Justo José Rodas, éste había estudiado el francés. Uno que también conoció el inglés fue Sotero Lazo, quién recibió su cultura en Boston. El general Domingo Vásquez hablaba dicho idioma y lo leía admirablemente; al igual del Dr. Marco Aurelio Soto, quien se expresaba en francés.
El Dr. Alberto Membreño, estudioso del náhutal, ha publicado estudios sobre los aztequismos de Honduras, y leía francés, italiano, inglés y portugués.
Y ahora, Usted también lo sabe.