LOS UNDA

Nuestro programa de hoy sale también del libro de don Froylán Turcios, “Anecdotario Hondureño” y nos regala una de esas descripciones inolvidables que tanto gustaron a nuestro compatriota:
Entre las compañías teatrales que actuaron en Tegucigalpa en mis años mozos, no olvido nunca la de los Unda, familia mexicana que representaba operetas clásicas y zarzuelas con relativo buen éxito.

Claro está que con la deficiencia de su personal y la escasez de elementos de todo género, no habría resistido el análisis de la crítica, aunque ésta hubiera calzado guantes de seda. Pero qué extraordinaria novedad pudo exigirse a un grupo regocijado de amables muchachos que, dirigidos por sus padres, llegaban a nuestra capital por polvorientos caminos, expuestos a las graves contingencias de nuestras sanguinarias revueltas, para dar sus representaciones en patios abiertos propios para saltimbanquis o en algún viejo mercado convertido en coliseo, oliendo aún a mantecas rancias y a verduras descompuestas, tres veces irrumpieron en la ciudad cuando menos se les esperaba y otras tantas entusiasmaron al vecindario con su presencia. Los elevados cargos en que yo me movía me permitieron ayudarlos eficazmente en términos rayanos en la hipérbole. Lo hacía con espontánea voluntad y claro optimismo. Lupe, en “El reyecito que rabió”, me encantaba con su mórbido cuerpo adolescente sostenido por el pintoresco traje de raso blanco lleno de encajes, con su peluca plateada, las regordetas pantorrillas en las medias finas, el calzón corto y los zapatos cortos de altos tacones. Era así, deliciosa, con su picaresca sonrisa que hoyuelaba sus mejillas y sus magníficos ojos de seductora expresión. Con su bastoncito de mando moviéndose en su diestra cubierta de sortijas. Su aire, su voz, su andar atraían los corazones. Moza gentil y simpática irradiando en todo el esplendor de su gracia primaveral. Emanaba de su persona su calor de amor y de vigorosa juventud que producía en sus amigos esa dulce y ligera embriaguez con que una copa de rubio champaña teñía de rosa y azul nuestros íntimos pensamientos. Su imagen es de esas, tan raras e inmunes a la acción del olvido y que con el tiempo se aclaran e intensifican en la lejanía del recuerdo.
Y ahora, Usted también lo sabe

 

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