A todos nos toca a diario ver los mismos titulares en los periódicos: “La mara tal asalta, mata o roba en este u otro lugar o a tal o cual persona”. Esto si no nos toca en desgracia ser personalmente víctimas de este tipo de violencia. Y sinceramente pensamos que este es un problema reciente y creemos que nadie se ha ocupado de buscarle solución. Pero nos equivocamos, como nos lo demuestra este fragmento que les leemos de la revista Honduras Literaria y perteneciente a don Ramón Rosa: “Cuando al caer la tarde veo a los pobres niños del pueblo salir de la escuela
primaria, con sus cartapacios bajo el brazo, yo me digo, emocionado por la alegría, esto me pertenece, esto es mío, esto formará parte de mi existencia y de mi suerte; estos niños que se instruyen prometen paz para mi patria, orden para la sociedad en que vivo, producción para nuestra industria y nuestro comercio; adelantamiento para nuestras letras, en suma, bienestar común que aseguran mi felicidad individual. Por lo contrario, cuando al mediodía, a las horas del trabajo, veo errar, por las calles, a niños ociosos, o los veo, en empobrecidos barrios, mecerse en hamacas, con todas las voluptuosidades de la pereza, yo me digo, con tristísimo y profundo desaliento, esto me pertenece, esto es mío, esto formará parte de mi existencia y de mi suerte; estos niños que se embrutecen darán la guerra civil a mi patria, el desorden para la sociedad en que vivo, la ruina para nuestra industria y nuestro comercio, el retroceso para nuestras letras, en suma, todo género de desgracias y calamidades en que tomaré parte sufriendo personales infortunios! Os lo digo por última vez, señores, la instrucción primaria constituye para nosotros un interés vital; en ella está cifrada la suerte de nuestro porvenir. Esperad todo lo bueno y honroso de los pueblos que se forman en la escuela; pero temed todo lo malo y oprobioso de los pueblos que se forman en las asonadas de pandilla, y en las orgías de la taberna. Probad que conocéis vuestro interés, que sabéis atenderlo, y que amáis a los pueblos, cooperando con su enseñanza”.
Si esto que dejamos dicho parece tener alguna relación con nuestro presente, no es por coincidencia. No dejemos que estas sabias palabras queden en el aire por más tiempo. Y ahora, usted también lo sabe.