Uno de los más famosos oradores de nuestro tiempo es don Fidel Castro. Sus discursos podían extenderse por horas y tocar los más variados temas sin perder la ilación. Esta es una habilidad que a algunos sorprende y a otros disgusta porque escuchar un discurso largo requiere de mucha paciencia y atención.
Pero también nuestro país ha tenido -y tiene- oradores de esos que logran exasperar a sus oyentes, como nos lo cuenta don Luis Amílcar Raudales en su “Baturrillo Histórico”:
Durante los últimos meses de la administración del doctor don Francisco Bertrand el congreso nacional trataba de que se asignara pensión a las viudas de los doctores don Jerónimo J. Reina y don Francisco J. Mejía por los importantes servicios que tan ilustres desaparecidos habían prestado a la patria. Casi todos los señores diputados estaban por que fuera asignada la pensión exceptuando algunos pocos, entre los que se encontraba el honorable don Carlos Alberto Uclés.
En ese entonces parece que no estaba limitado o reglamentado el tiempo que podían hacer uso de la palabra los señores diputados y eso obedecía que el doctor Uclés se estaba hasta dos horas haciendo uso de la palabra. Cuando el asunto se prolongaba por tal motivo, uno de sus compañeros de cámara elevó su protesta por lo extenso que hablaba diciendo que “podía hablar 365 días y no concretarse a nada”.
Ya iban a ser las doce cuando esto sucedió y los señores diputados temblaron cuando el doctor Uclés pidió la palabra, pues suponían que hablaría por lo menos una hora más. Pero el distinguido parlamentario solamente se limitó a contestar a su contrincante que “si el año era bisiesto, podía hablar 366 días”. Un sinnúmero de aplausos repercutió en la cámara y cuando llegó la votación nominal, el diputado Uclés, naturalmente, estuvo en contra de todo.
Tal parece que fueran solo los hombres los que cambiaran y no las costumbres. Es una suerte que no tengamos ahora discursos de más de dos horas o más bien, más diputados como el doctor Uclés.
Y ahora, Usted también lo sabe.
Nota preventiva:
ilación
Del lat. illatio, -ōnis.
- f. Acción y efecto de inferir una cosa de otra.
- f. Trabazón razonable y ordenada de las partes de un discurso.
- f. Consecuencia lógica o natural.
- f. Fil. Enlace o nexo del consiguiente con sus premisas.
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