Como casi todo lo que veían, los españoles encontraban que nuestra fauna poseía algún tipo de magia, como lo veremos hoy en un antiguo texto que me encontré y que pertenece a don Antonio de Ciudad Real, que conserva en lo posible la redacción original:
Las iguanas sobredichas se dan y crían en tierras calientes. Parécense a los lagartos comunes de España en la proporción y forma del cuerpo. Con casi todas, en especial las de tierra, de color pardo como la misma tierra, aunque también se hallan algunas verdes. Las hembras son lisas y más pequeñas, más tiernas y sabrosas que los machos, los cuales tienen unas vetas y listones negros y en todo el espinazo unas puntas ásperas, a manera de espinas. Tienen las hembras, cuando están gordas, tanta enjundia como una gorda gallina y todo es buena comida y muy delicada y sana y los huevos son maravillosos y en la provincia de Yucatán hay mucha abundancia de ellas y, aunque se crían en la tierra, las comen en viernes y en cuaresma y en los otros días que no se come la carne por la costumbre que hay desde que aquella provincia se conquistó y porque también se hallan en el agua.
Cázanlas los indios de aquella tierra con flechas y con lazos que les arman a las puertas de sus agujeros y cuevas y algunas veces con perrillos que llevan, las hacen encaramar en la punta de los árboles, donde se están quedas con grandísimo miedo, viéndose cercadas de los perros y entonces llega el indio con un lazo puesto en la punta de una vara larga y échasela a la iguana al pescuezo y tira a derribarla.
De la misma manera cazan en aquella provincia a las codornices, con perros y lazos, cuando así se ponen en los árboles.
Tiene la iguana una maravillosa propiedad y es que se sustenta sin comer cosa ninguna hasta dos meses y más, lo cual se ha visto por experiencia que de las que los indios ofrecen a los religiosos acontece estar en un aposento muchas veces el tiempo referido, unas cosidas las bocas con un punto y otras por coser, y las unas y las otras no comen sino viento y por esto dicen algunos que son especie de camaleones. Tampoco beben en todo ese tiempo, ni cuando andan libres por el monte.
Estos son nuestros sobrenaturales garrobos, a los cuales casi hemos desaparecido, pero no por arte de magia.
Y ahora, usted también lo sabe
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