Estoy seguro que ustedes también han disfrutado más de alguna vez del delicioso vino de coyol, producto maravilloso de nuestra tierra que fue elogiado por don Froylán Turcios en este verso suyo que les comparto:
En los fértiles bosques olanchanos
peinados por el céfiro sonoro,
muestran, ―en la aridez de los veranos―,
los coyolares sus racimos de oro.
Erizados de fúlgidas espinas
abren al sol sus palmas de verdores,
desgranando, en las horas vespertinas,
lluvias ligeras de fragantes flores.
Con el hacha vibrante el hombre arroja
al vegetal sobre la pura tierra,
de inútiles ramajes le despoja
y en él una oquedad abre su daga;
y el delicioso líquido que encierra
con dulce ardor su corazón embriaga.
Espero que solo sea su corazón el que se embriague, amable lector, porque ahora, Usted también lo sabe.