Del sitio de internet “Mario Secoff, Libro Electrónico Honduras Universal” (http://www.angelfire.com/ca5/mas/honduras.html), sale nuestro programa de hoy, lleno de esos detalles que pocos recuerdan ahora y que son propios para desearle a todos lo mejor en el año 2016:
Una de las principales tiendas de esa época era la de Luis Carón, en la actual sexta avenida y quinta calle del sector suroeste, justamente frente a la actual Súper Farmacia Simán. Se le recuerda porque fue la primera que empleó mujeres y la primera en traer un maniquí para exhibir la moda de ese entonces.
Ir a la avenida Los Leones era uno de los principales paseos de la ciudad, cuando aún no habían grandes edificaciones a los lados.
Tenía abanicos eléctricos y una fuente de soda donde los vasos se lavaban a presión, algo novedoso en la ciudad que aún no se abría al modernismo. Un voraz incendio terminó con la tienda en 1918, mientras don Luis Carón se encontraba en EUA.
La tercera avenida o calle del comercio era conocida como Calle Real. Un año después de la lluvia de pájaros se hizo la segunda nomenclatura y fue cuando la calle quedó identificada como la tercera avenida. En 1919, la municipalidad presidida por Pablo Hernández la bautizó como Woodrow Wilson en honor al presidente que gobernó EUA durante la Primera Guerra Mundial.
Por último, la bautizaron con el nombre de Domingo Vásquez, el presidente de Honduras que creó Cortés en 1893.
Grandes incendios
Desde 1910 había hidrantes en toda la Calle del Comercio, uno en cada esquina, y dentro del patio de cada una de las tiendas grandes, como Bennaton, López, Warren y Luis Carón. En 1913, después de quemarse el cinematógrafo Excélsior, se instaló una campana para alarma en una torre ubicada donde luego funcionó el almacén de José Constantino Larach.
El incendio más grande que todavía recordaban los sampedranos ocurrió en 1908, cuando se quemó una cuadra, donde hoy está el edificio Honduras en la prolongación del Pasaje Valle. Aunque las personas que vivieron entonces ya no existen, la historia se ha ido hilvanando con relatos de una a otra generación.
Con la esperanza de que Dios lleve por mejores derroteros a nuestra querida Honduras, los dejo hasta el otro año, y ahora, Usted también lo sabe.