Home / La Otra Honduras III Parte / UNA IMAGEN DE OLANCHO

UNA IMAGEN DE OLANCHO

De la pluma de nuestro malogrado poeta Salatiel Rosales traigo hoy a ustedes un fragmento de lo que era para él nuestro hermoso departamento de Olancho:
Un cielo de un azul acariciador y benigno, el cielo allí es muy grande, muy abierto, muy inmenso.

Aquel cielo, el de Tegucigalpa, recortado por cerros áridos y monótonos se me antoja pobre y menguado. De noche, cuando la bóveda se recama de luceros rutilantes, el alma que contempla extasiada tiene una sensación muy acabada y exacta del infinito. Tales deben ser los cielos de Africa, las noches de Africa de que nos hablan los luceros. Las lunas ahí son como el suntuoso prólogo de Juan Ramón Molina, infinitamente tristes, infinitamente pálidas, infinitamente melancólicas.
Las tardes, como en la frase de Lusitano, santifican. Tardes de una quietud religiosa y de una melancolía vaporosa y dulce. Parece que algo se quejara en el seno de una Natura doliente mientras la tarde se va acabando lentamente, dulcemente en el espacio, en el aire dormido, en la densa paz del ambiente campesino vibran y se dilatan al son de las esquilas, el ulular áspero de las cigarras y la jubilosa algarabía de bandadas de loros que cruzan el horizonte hacia parajes desconocidos y lejanos.
A veces, la monotonía del cielo azul y la uniformidad verde de los paisajes, se tornan desesperantes. Las sabanas verdes e ilimitadas, abarrotadas de rumiantes, hacen pensar en la pampa, pero en la pampa virgen y riente.
Los bosques son francamente primitivos. Más de una vez, encontrándome en el fondo de una de aquellas selvas, sintiéndome saturado del potente hálito de las vegetaciones estupendas, he recordado el bosque indostánico o aquella selva brasilera que, con vigor prodigioso y extraño, nos describen los poetas.
Don Salatiel Rosales sigue con su maravillosa descripción, pero nosotros hacemos un alto, porque ahora, Usted también lo sabe.

Check Also

SANTA ROSA BENDITA

Publicación Vista: 1.098 Hay libros a los que uno no se cansa de volver, autores ...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *