Con la esperanza de que todos estén ya sanos y salvos en casita tras el feriado, este día continúo el viaje por nuestras historias. Del libro “Olancho, entre imágenes y palabras, de don Rubén Darío Paz, leemos:
Doña Orfilia Meza, nacida en 1918 y fallecida hace pocos años, contaba las dificultades que enfrentaban los enamorados en sus años de juventud.
“Se escribían cartas de amor que se dejaban bajo una piedra o bajo un canal. A veces el novio tenía que buscar quien se la escribiera y la novia quien se la leyera. Los novios hacían serenatas en las que cantaban canciones populares como Amorcito consentido, o boleros como Noche serena, arriesgándose a ser bañados con agua o algo peor…”10
En algunas aldeas, como Pedernales, si el novio tenía ganado amarraba una res en el patio de la enamorada, con la esperanza que fuera aceptada por las padres. Si estos destazaban la res, era señal de que otorgaba el visto bueno para el casamiento. Los menos pudientes depositaban una carga de leña, esperando con ansiedad que se produjera la buena señal de que la suegra consumiera esa leña en el fogón. (…) pero sin duda, la época del año más alegre era el Miércoles de Ceniza, para celebrarlo, previamente los concordias cantaban ocho o nueve misas, por lo que el cura de Salamá se hacía presente, quien era recibido entre disparos de cohetes y se aprestaban a celebrar bautizos, casamientos, confirmaciones y confesiones para todo el año.
El sacerdote no venía solo, lo acompañaban los músicos con instrumentos de viento que amenizaban bailes en las casas particulares o en el Cabildo Municipal. Concordia tenía también sus artistas que se lucían en estas funciones. Aún se recuerdan con emoción algunos de los músicos del pueblo que alegraban a la concurrencia; los guitarristas…
Y ahora, Usted también lo sabe.