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LOS FUNDADORES DE LA UNAH

La historia es así. No siempre se le da el mérito a quienes en realidad corresponde, es como cuando los vencedores cuentan las batallas. En el caso de la fundación de nuestra universidad, tengo la impresión de que ha ocurrido algo parecido. Del libro de don Ramón Rosa, “A la juventud de Honduras, de su viejo amigo Ramón Rosa”, leemos:

El doctor don Máximo Soto me refirió, hace 20 años, que después de salir del baño en la ya aterrada posa de El Tabacal, en el Río Grande, o sea Choluteca, que desagua en el Pacífico, ocurrió a él y a sus compañeros, fastidiados por la inacción, fundar la Academia de estudios y comunicar el pensamiento al Dr. Reyes, para que le diese vida y prestigio con su persuasiva palabra y autorizado nombre…(Nota al pie de la página)

El padre acogió la iniciativa, con entusiasmo, y aun el título de la Academia, dado por los proponentes: Sociedad del Genio Emprendedor y del buen gusto; título que, a la verdad, era impropio y hasta pedantesco, aplicado a un establecimiento literario constituido para la enseñanza del latín y de la filosofía.

El 14 de diciembre de 1845, en la que hoy es Casa de Gobierno, se instaló solemnemente la Academia, bajo la presidencia del Padre Reyes, y en presencia del vecindario notable, que manifestaba su grande y legítima satisfacción. Reyes, en calidad de Rector, pronunció un breve pero elocuente discurso de inauguración y, haciendo justicia a sus alumnos convertidos en profesores, dijo de ellos, entre otras cosas: “Unos jóvenes que, uniendo a sus talentos una infatigable aplicación al estudio, han merecido los honrosos títulos literarios con que los condecoró la acreditada Universidad de León de Nicaragua, consagran hoy a la Patria sus tareas y vienen a pagarle las primicias de sus luces, haciéndole un servicio de clase superior a la de cuantos pueden prestarle sus más amantes hijos. Su misma ilustración les ha hecho conocer que las ciencias contribuyen, sobre manera, a hacer felices a los hombres y a los pueblos, y que, en los países donde por fortuna se han adoptado los principios democráticos, son de absoluta necesidad; y he aquí el don precioso que vienen a ofrecerle. Ven la falta de establecimientos de enseñanza; advierten, no sin dolor, que en Honduras las ciencias están todavía encerradas bajo los pergaminos y capilladas, y no pueden ser indiferentes al malogro y desperdicio de talentos privilegiados que se quedan sin cultivo, cuando debieran ser la honra de la Patria”.

Aunque no del todo ignorados, quienes tuvieron la idea original fueron don Yanuario Jirón (sic), Máximo Soto, Miguel Antonio Rovelo y Alejandro Flores. El padre Reyes les dio el impulso necesario y ahora, Usted también lo sabe.

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