Hasta ahora he hablado poco del lado más íntimamente político de don Froylán Turcios. Lo tomo de un texto de don José Antonio Fúnes, en Cuadernos Americanos. Talvez lo toqué muy por encima cuando les conté de su amistad con Sandino y sus variadas anécdotas con los hombres de poder de su tiempo.
Pero hoy les traigo una muestra del verdadero ideal que lo consumía: Honduras.El 21 de marzo de 1924 Turcios da a conocer el primer número del Boletín de la Defensa Nacional en el que protesta contra la ocupación del suelo hondureño por marines norteamericanos, en un momento en que el país se debatía en una de sus más cruentas guerras civiles. El boletín vespertino tenía una tirada de cinco mil ejemplares y se distribuía gratuitamente en Tegucigalpa todos los lunes, miércoles y
viernes por jóvenes voluntarios (Memorias, p. 307). El primer editorial de este medio se titula “Por la autonomía de Centroamérica”, en el que Turcios expresa:
Ningún centroamericano en que vibre la más insignificante emoción de patriotismo podrá reconocer jamás el menor derecho al Gobierno de los Estados Unidos para inmiscuirse en nuestros asuntos internos. Si, desventuradamente, vivimos con el dicterio en los labios o con el rifle al hombro, destrozándonos como fieros enemigos, con saña de los gallos de pelea, esto sólo nos incumbe a nosotros y nada le importa de ello a ninguna nación extranjera. Que no se nos diga, cínicamente, que acuden en nuestro auxilio por piadosa humanidad, pues lo cierto es que tal ayuda es interesada, nacida de un instinto pirata. Y aún cuando no fuera así, sería ignominiosa para nuestro civismo y atentatoria para nuestra soberanía. Somos nosotros, y solamente nosotros, los que debemos buscar el remedio a nuestros males de ambiente y de raza y no los extraños y los entrometidos.
Y esos “males de ambiente y raza” que Turcios señala como parte de la constitución social de Centroamérica, dos elementos de la tríada que propone Hipólito Taine en su teoría determinista, pero en un nivel más cercano, bajo la influencia de Sarmiento, son los que sirven a muchos intelectuales del momento para señalar las raíces de los problemas en Honduras. En este órgano de protesta aparecieron colaboraciones de importantes intelectuales de Honduras, a quienes Turcios fue capaz de aglutinar en su campaña con la debida advertencia: “Éste es el momento
en que el silencio constituye un crimen”. Entre las reconocidas
plumas que respondieron a su llamado estaban: Alfonso Guillén Zelaya (1887-1947), Arturo Martínez Galindo (1900-1940),14 Visitación Padilla (1882-1960) y Adán Canales (1885-1925). Además, Turcios nutrió el Boletín con la publicación de fragmentos del libro La esclavitud en Nicaragua, que le había sido remitido por su autor, Isidro Fabela; y, algo aún más interesante, publicó dos fragmentos del Ariel de Rodó, precisamente donde se habla del enfrentamiento de razas.
Y ahora, Usted también lo sabe.