Este brevísimo recuerdo lo he extraído de un artículo publicado por don José Reina Valenzuela, en la desaparecida Revista Extra, del año 1968, para que nos hagamos una idea de cómo era “pensar fuera de la caja” hace ya casi 150 años…
Era muy celebrada la ocurrencia de Don Felipe (Ugarte Laínez), quien después de cantar la misa del Tancredo, arreglo del Padre Reyes, según lo refiere el Maestro don Esteban Guardiola, tocaba la polka “El Zopilote”, regocijaban melodías populares de su propia inspiración, hecho que me recuerda a mi querido maesto don Fernando P. Cevallos, músico notable, que en una boda, al impartir el sacerdote la bendición a los contrayentes, en lugar de ejecutar el Ave María de Schubert, como era la usanza, tocó jubilosamente el pasodoble “Las Bicicletas” ante el asombro de los meticulosos comayaguas, mis paisanos, que vieron en ello un sacrilegio cometido en plena Catedral. Don Nando como Don Felipe, eran así: muy ocurrentes.
La aparición del Padre Reyes en la escena cultural tegucigalpense dio nuevos bríos al arte musical: compuso la música de sus Pastorelas, villancicos, motetes, salvas y Misas solemnes, y cuando llegó a la Cámara Legislativa como diputado, su cultura le llevó a presentar una iniciativa para que se erogase una modesta suma de dinero para organizar y sostener una Escuela de Música que él estimaba indispensable para promover el arte y aumentar la cultura. La Cámara recibió con beneplácito aquella iniciativa y decretó que del erario público se diese la suma solicitada, pero jamás se organizó la Escuela, pues los fondos nunca salieron de las arcas nacionales.
Y ahora, Usted también lo sabe.
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