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COSTUMBRES QUE YA CASI NOS DEJAN

Y ya cuando pensaba haber agotado esta fuente, me encuentro un nuevo recuerdo en las páginas del libro de don Jorge Fidel Durón, “Cosas de tiempos pasados”:
Después de las primeras cosechas, cuando el maíz estaba aún tierno, había que cortarlo para hacer el atol y tener así un pretexto para las “atoleadas” en guacal. Recuerdo todavía, cuando vine a incorporarme para regresar a los Estados Unidos, mi mamá preparó la más suculenta atoleada en Loarque en la linda casa de campo de doña Camila de Soto, la esposa del acaudalado comerciante don Santos Soto. Desde luego ahí estaba todo el mundo, desde los amigos y compañeros de la niñez, hasta las nuevas generaciones de bellas y espirituales damitas.
Se ha perdido la costumbre, o a l menos yo ya no me percato, de las piñatas. Así como los “peregrinos”, que todavía hacen sus visitas después de la Pascua de Navidad, con sus pequeñas alforjas llenas de ricuras y alguno que otro “tostón”; las piñatas eran reuniones esplendorosas en las que se hacía derroche de frescos de “chibola”, la secular pelota de maicillo y el infaltable “cartucho”. ¿Habrá quien, de mis contemporáneos, que se haya olvidado de los cartuchos de ricas golosinas que nos daban, después del desfile de las Fiestas Patrias, en el Cabildo Municipal?
Este mismo cartucho, sólo que con orlas de negro, se obsequiaba en los fines de novenario. Y ahí los panes de rosa, los zapotillos, las rapaduritas, las botellitas de miel, los confites de anís y tantas otras maravillas azucaradas que nos dejaban repletos y, algunas veces, empachados. No era infrecuente que después se apelara a las manos taumatúrgicas de Tulu Maradiaga para sobar el vientre y restablecer la buena digestión.
La Pascua de Navidad, con los nacimientos y las alegres paseadas, y la Semana Santa, con la visita a los templos y la asistencia a las procesiones de rigor eran nuestros espectáculos clásicos, excepto cuando la llegada del circo venía a romper la monotonía. ¿Qué fue de la mojiganga, de la giganta, y los otros tipos estrafalarios y máscaras con que nos alegraba el gremio de mostrencos en la Fiesta de la Merced? ¿Qué se hicieron el torofuego, el castillo y los escupidores de los Fuegos Artificiales? Ya no se volvió a bailar más el enano en las noches frías de diciembre y las serenatas al pie de los balcones ya están pasando de moda.
Y ahora, Usted también lo sabe.

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