Como lo hemos visto cada vez con mayor frecuencia, la historia y la actualidad tienden a repetirse. Y según lo veremos hoy en la historia que nos presta don Humberto Rivera y Morillo en su libro “Juan Ramón Molina”, los parecidos no podrían ser más trágicos:
Se reconoce que los dos mejores poetas de Centro América son Darío y Molina. En cuestiones críticas no tienen paralelo. Uno de los primeros en reconocer esta virtud es el Presidente de la República, Policarpo Bonilla, quien debido a la sugestión en cadena con que la fortuna interviene, lo manda a llamar, manifestándole en charla privada: “Si los empleados públicos cometen abusos, tiene usted derecho a atacarlos, puede escribir lo que quiera, pero con imparcialidad”.
Como nada molesta más a un joven decente y de aspiración, que descubrir las suciedades públicas cometidas por sus propios amigos y compañeros, el realismo ingenuo empieza a dibujar en el rostro la sombra de la tristeza. Los políticos de pueblo se movilizan y hacen ver al escritor que los análisis perjudican al partido y favorecen a la oposición. Molina sostiene que la crítica, cuando es sana, es un verdadero medicamento social. El ideal es derrotado, y con fin de poder tener imparcialidad absoluta en sus faenas literarias, el 24 de septiembre de 1898 renuncia al puesto de subsecretario de Estado en el Despacho de Fomento y Obras Públicas, explicando a los lectores que lo hace “por ser un poderoso obstáculo para que mi opinión sea en absoluto imparcial, cuando juzgue las cuestiones políticas y sociales del Estado”.
Las deducciones aparecen en “El Cronista” y hacen ver que el autor, en resumidas cuentas, tiene más anhelos literarios que políticos, y que los triunfos obtenidos han acrecentado las aspiraciones juveniles. Poco le dura la buena época, y más tarde, cansado y abrumado por infinidad de deudas, implora al cielo un nombramiento igual al que tuvo en sus mocedades, viéndose obligado a aceptar posiciones reñidas con la intelectualidad. Tener necesidad y ser imparcial es un gran error político, dado que se confunde con el arribismo y el pancismo (sic), con la desventaja de que el primero engendra rencores aislados y el segundo, odios remunerados. En los medios oscurantistas vale más el pancismo que la imparcialidad crítica, aunque ésta sea positiva y antiderrotista.
Existe la tesis de que la renuncia de Subsecretario de Fomento se debe a falta de entendimiento con el ministro, el Dr. Constantino Fiallos, quien lo pone a trabajar en cosas ajenas a la oficina. una vez le encomienda hacer investigaciones históricas, diciéndole que es una buena oportunidad para él y para Honduras. Por apego a la literatura lo hace, desvelándose por varios meses…Hasta que se entera que el jefe envía los datos en nombre propio. Un compañero de oficina lo pone en jaque al decirle al poeta: “Bueno, “Tino” no te engañó del todo…Fue una buena oportunidad…para él”.
Y ahora, Usted también lo sabe.
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