Hace algunos años tuvimos la oportunidad de cruzar la frontera entre Brasil y Paraguay. Todavía nos provoca una sonrisa el recuerdo de una placa que se encuentra en las cercanías del mencionado lugar y que dice algo así como que “aquí yacen 500 valientes brasileños, vilmente asesinados por cuatro cobardes paraguayos”.
Este episodio se nos vino a la mente al leer el material de nuestro programa de hoy, que sacamos de los Anales del Archivo Nacional: “Una deserción brillante. Declarada la guerra contra Nicaragua, 1893, el general Vásquez recibió las adhesiones de sus subalternos departamentales, en forma de promesas para enviarle soldados. Uno de los mensajes entusiastas fue el del Comandante de Yoro, el señor general Girón, quien manifestaba que con sus quinientos bravos volaría a la frontera. A la hora de cumplir lo prometido, salió Girón al frente de sus paladines, telegrafiando al Presidente que venían en marcha. La prensa de la capital puso en letras grandes la noticia, haciendo que el número 500 se destacara como una gema sobre un terciopelo antiguo; y diariamente informaba al público sobre los lugares donde había pernoctado la falange. La víspera de su llegada, corrieron diversas versiones: unos eran de parecer que Girón venía por el camino real de Cedros; otros opinaban que la falange llegaría por la ruta de San Juancito; y hasta hubo quien dijera que los 500 bajarían, cuando nadie lo esperase, del Picacho. Por supuesto que la prensa continuó ditirámbica, épica. Llegó el día de la sorpresa. Como en las escenas heroicas de la antigüedad, la muchedumbre se encaramó a los tejados, a las torres de los templos, a las copas de los árboles, a las cumbres de los cerros, par ver el espectáculo del arribo. Y dieron las tres de la tarde, sonaron las cuatro, vibraron las cinco, y ni la seña de los 500. Por el camino envuelto en semipenumbra, venían lentamente un caballero, su escudero y su perro. Eran el General Girón, su asistente y el mastín colosal, que llegaban a dar cuenta de una brillante deserción. A los yoreños no les gusta el derramamiento de la sangre hondureña.” Pues bien, el General Girón llegó solo a la capital. Nos parece que su valentía al presentarse así sobrepasa las hazañas que su famosa tropa hubiera podido llevar a cabo en la guerra. Así es la historia y ahora, usted también lo sabe.