Recuerdo que este nombre siempre me llamaba la atención en la escuela primaria. No entendía entonces por qué no se le daba un solo nombre a los ríos, como el Wanks, Coco o Segovia. Con los años estas dudas fueron desapareciendo, pero no del todo. Es de nuevo don Pompilio Ortega quien nos presta esta historia de sus Patrios Lares:
Entre los caudalosos ríos que dan sus aguas a nuestra Costa Norte hay uno que se llama Tinto o Negro. Un niño me preguntó una vez el por qué de los dos nombres. “Será que por un tiempos tinto y por otro es negro”, decía, agregando que él no encontraba semejanza de color entre el tinto, que es sinónimo de rojo y el color negro. Con vergüenza de no poder contestar la pregunta, me disculpé confesando sinceramente mi ignorancia. Y ha sido hasta recientemente que pude aclarar la duda. Se trata de una laguna o pantano escondido en las escabrosidades de la cordillera montañosa que separa el Valle de Agalta del de Catacamas. Se encuentra en la cima, y de ella brota perennemente una gran cantidad de agua de color oscuro, como la lejía que se saca de la ceniza, desbordándose hacia el oeste sobre Agalta y hacia el este sobre ese enorme valle que culebrea desde las montañas de Azacualpa hasta la Mosquitia en el departamento de Colón. Para distinguir estos dos ríos, que ambos deberían llamarse negros, a uno se le llama también tinto. Pero la rareza de estos ríos no termina aquí. Ambos tienen la particularidad de aumentar el volumen de sus aguas en ciertos períodos sin que en ello intervengan las lluvias; de modo que la tal laguna, que está medio envuelta en la fábula, es pues un verdadero volcán de agua, que aumenta o disminuye su erupción, debido a motivos desconocidos.
Y ahora, usted también lo sabe.