Hace ya varios años que don Mario Felipe Martínez Castillo (QDDG) encontró en el Archivo de Indias de Sevilla, España, la única prueba hallada hasta ahora de que nuestro héroe indígena realmente existió. Pero nuestra historia de hoy, basada a su vez en el libro de don Mario, sale de las páginas del libro “Honduras”, de don André Marcel D’Ans:
El mérito de Rodrigo Ruíz consiste realmente en haber matado a un capitán rebelde, llamado Elempira, en lugares y fechas que corresponden bastante bien a la leyenda. Sin embargo, las circunstancias de la muerte de Lempira, contadas por Rodrigo Ruiz, están lejos de coincidir con los episodios de la narración mitológica.
En efecto, si Lempira es efectivamente presentado como un rebelde sedicioso, él no dispone de un formidable ejército como lo cuenta la leyenda. Ruíz le atribuye solamente 2000 guerreros armados, lo que no es, por cierto, nada malo. A la cabeza de esos guerreros, Lempira devastó el campamento militar de Siguatepeque, donde se encontraban concentradas las tropas españolas de Francisco de Montejo. Después de quemar el campamento y aprovechando la confusión, Lempira hizo desenterrar los cadáveres de dos españoles muertos durante una batalla precedente, primero arrastrados en su sudario a través del campo devastado, luego despojados de sus ropas. Los cadáveres profanados fueron luego colgados de las ramas de los árboles bajo la orden de las órdenes del jefe de los indios rebeldes. Todo eso está narrado con muchos detalles en la Probanza de Méritos de Rodrigo Ruíz, ya que esos episodios constituyen el preámbulo de la proeza del narrador. De hecho, con la intención de volver a tomar la iniciativa después del golpe recibido, Rodrigo Ruíz deja en su lugar a Montejo y la mayoría de la tropa y con algunos otros españoles se lanza en persecución de Lempira, penetrando con intrepidez a pie entre sus partidarios, armado de su sola espada y de un escudo, Rodrigo Ruíz provoca al jefe indio en duelo y lo mata al término de una lucha con armas blancas, y no de un tiro disparado con cobardía y traición como lo cuenta la leyenda. Singular detalle, patético y emocionante: Lempira, que había luchado con Rodrigo Ruíz, estaba vestido con la ropa que había quitado a los cuerpos españoles que había desenterrado. Así mismo, las armas que Lempira tenía en manos para su último combate, eran armas obtenidas al enemigo.
Entonces, el héroe del cual la leyenda patriótica hondureña hizo el símbolo de la resistencia autóctona contra el agresor ibérico, cayó completamente equipado como un guerrero español.
Solo nos falta recordarles, amables lectores, que a pesar de todo, Honduras no existía todavía como tal y Lempira o Elempira, luchaba por su libertad con lo que tenía a su alcance.
Y ahora, Usted también lo sabe.