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LEVANTANDO EL ESPÍRITU

Nuestro relato de hoy es una ampliación sobre los ritos funerarios de antaño de los que les hablamos hace unos meses y sale de las páginas del libro del Doctor Jesús Aguilar Paz, “Tradiciones y Leyendas de Honduras”:

Como arrancado de algún antiguo culto esotérico se conserva ya sin trascendencia la costumbre, en algunos pueblos de occidente fronterizos de El Salvador, de “levantar el espíritu” cuando ha muerto una persona. Fuera de colocar un vaso con agua para que la paloma del espíritu venga a saciar su sed antes de remontar su vuelo a las remotas regiones de lo desconocido, usan los indígenas de Belén Gualcho, del departamento de Ocotepeque, barrer el suelo con escobas de zacate natural en el propio lugar donde descansó el cuerpo del difunto, al concluir la novena de costumbre, para que se aleje la sombra astral del bajo plano telúrico y vuele a las mansiones estelares, donde Dios le reserva el premio glorioso de su virtud si lo merece.

Hablando de esta misma costumbre, en el citado pueblo de Santa Lucía de Intibucá, el joven Filadelfo Sorto H. publicó en la prensa un relato de lo que allá se hace en tales casos y que nos place reproducir:

Cuando el cuerpo es sacado de la casa mortuoria, en el lugar donde ha estado tendido se coloca una cruz y allí permanece mientras se hace el novenario al difunto. El último día es la “levantada del espíritu”. Esa noche se da cita mayor número de rezadores y mirones. Empiezan los rosarios de ánimas a las siete de la noche; después de tres o cuatro rosarios se sirve un café con nacatamales o pan; enseguida se reza otro rosario y un Salve Regina. Por último, viene lo gracioso. En el lugar en que ha permanecido la cruz se coloca una mesa en donde se arregla nuevamente la cruz, se ponen cuatro arcos de papelillo de colores y sobre la mencionada cruz se ve suspendida una paloma blanca del mismo papelillo, que pende de un hilo y se mueve a los impulsos de la brisa. Llegado el momento, solemnemente empiezan todos a cantar “Levántate espíritu que tienes que caminar, levántate alma cristiana, San Pedro abre las puertas, te alumbran las once mil candelas”.

Como resulta fácil observar, nuestra realidad siempre ha resultado más interesante que la fantasía, sobre todo ahora, amable lector, porque Usted también lo sabe.

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