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UN RETRATO DE OJOJONA

De la pluma de don Rafael Heliodoro Valle, en su libro “Tierras de Pan Llevar”, sale nuestro programa de hoy: “Llegamos a Ojojona. Dos iglesias coloniales, más alegría en la naturaleza y en las gentes, y una comilona opípara. En el mantel blanqueó la cuajada que en las pastorales de Reyes eran golosina de las pastoras; nos consolamos frente a una gallina de macizas pechugas, y después de la taza de café destilado vinieron las naranjas de azúcar y oro.

Conocí la casa en que vivió Morazán, cuando después de incendiada Comayagua pidió salvoconducto para residir en la aldea; y aún está el calabozo de hace un siglo donde lo encerraron para llevarlo a Tegucigalpa. Musgos y cruces en los tejados, y en el de la casa donde nos hospedaron estaba la fecha 1791. En ella vivió el padre Juan José de Zelaya, rico sacerdote que en 1777 fue cura del pueblo y a principios del siglo pasado ascendió a canónigo de la catedral de León, Nicaragua. Los muebles antiguos, el patio con su tapia y sus enredaderas, los jazmines del Cabo, el cántaro de barro con agua del invierno, un estante con botellas abandonadas y los dos árboles con frutas amarilleando, todo eso que es el aroma de la tierra, hacía de la casa uno de esos rincones plácidos, pocas veces tan propicios para una temporada de ensueño. En el atrio de una iglesia estaba la sepultura de un hijo del general Ferrera, el hijo amado, el hijo reverente, como se leía en el epitafio. El joven Fulgenio, según oí decir, murió después de una exagerada bebida de miel silvestre y lo trajeron del mineral de Guasucarán, donde trabajaba su padre, en un ataúd que pesaba mucho porque a un lado del cadáver habían puesto talegas de oro. En el bautisterio, pincel 1828, está un San Juan bautizando junto al río azul de la Biblia. A tal hora sólo se oía la voz de un ciego que se puso a cantar el rosario, junto a la silla del padre confesor. En los floreros ardían de júbilo las flores que los feligreses quitaron a la alegría de las macollas”.Esto es lo que queda de una Honduras que vivirá por siempre en nuestro recuerdo porque ahora, usted también lo sabe.

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