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OTRO ANÁLISIS DE LA GESTA MORAZÁNICA

Hoy les traigo otro punto de vista sobre los problemas que enfrentó la gesta morazánica. No es, ni mucho menos, una propuesta mía y tampoco la única. Pero es interesante de leer y, como siempre, nos deja nuevas formas de ver una historia que nos sigue afectando aún hoy. La encontré en ecured.cu:
Los obstáculos que se concitaron
La revolución morazanista se situó a la izquierda del liberalismo de su época. Le faltó tiempo para golpear con más fuerza el poder económico de la oligarquía y crear su propio entorno de fuerzas económico sociales. Pesó la falta de una base económica que unificara la Federación Centroamericana. La ausencia de una clase social que ocupara el lugar de los terratenientes y oligarcas e impulsara el desarrollo capitalista de la nación. En general las reformas instrumentadas por el proyecto morazanista estuvieron limitadas por escenario político y la madurez de las condiciones prevalecientes. Más allá de la intensión y voluntad de cambio que expresaba el líder hondureño, en la aplicación concreta de sus disposiciones a nivel local, entraban a manifestarse los viejos y nuevos intereses de las clases dominantes. La situación económica de las masas populares no mejoró con la República federal.

En particular los gobiernos estatales y la federación, no tuvieron en cuenta las reacciones negativas que entre la población indígena provocaba la imposición de impuestos y otras obligaciones. Cada vez que se intentó implantar una nueva obligación, surgieron reacciones negativas en las comunidades indígenas, que por demás fueron oportunamente utilizadas por la reacción oligárquica. Cuando Mariano Prado como Jefe de Estado de El Salvador, introdujo el sistema de jurados y un nuevo impuesto que tenían que pagar todos los ciudadanos, se produjeron levantamientos en Izalco y San Miguel. En 1833 ocurrió la sublevación de los indígenas nonualcos, acaudillados por Anastasio Aquino, en la población de Santiago Nonualco en el actual departamento de La Paz.

Para el liberal de la época, influido por las ideas “civilizatorias” y el evolucionismo, era necesaria la construcción de un país de acuerdo a los modelos europeos y estadounidenses de modernidad y civilización. En estas circunstancias el criollo forjó su alteridad frente al indígena, colocándolo en las etapas más atrasadas de la evolución humana, y por lo tanto, se lo asumía como un lastre, para acceder a los modelos de sociedad moderna y progreso a los que aspiraba el criollo, al grado que un decreto liberal, llegó a ordenar la extinción de todos los idiomas aborígenes. Así el proyecto federal mantuvo al indígena relegado a un segundo plano en todos los niveles, pero particularmente en el económico y el político.

Los artesanos no se libraron de la bajas de la industria textil, las leyes se siguieron aplicando de manera parcializada, es más habían sido reforzadas por nuevos mecanismos opresivos que institucionalizaba la «nueva élite» liberal. Los mismos liberales aseguraban que la agricultura y la economía se encontraban abandonadas por «la indolencia y vicios de los jornaleros» apelando al trabajo forzado que se implantó el 3 de noviembre de 1829. Así mismo, el Estado liberal dictó leyes para que siguiera funcionando la modalidad colonial del endeudamiento como forma de dependencia laboral. La ley de vagancia, era otro mecanismo que aseguraba mano de obra gratuita y números al ejército. «Vagos sin vicios, vagos porque no tienen oficio, son destinados al servicio militar» y contados en el cuerpo de hombres que corresponden al Estado.

A diferencia de los indígenas, el proyecto federal potenció al contingente ladino. Las diferencias de orden económico y social comenzaron a ser evidentes en el seno de este amplio conglomerado de sujetos. Mientras existen noticias de grupos de mestizos rurales flotantes y muy inadaptados, a quienes acusaba de vagos y ladrones, se distinguen otros grupos de mestizos y mulatos, que trabajaban la tierra, criaban y vendían ganado, poseían pequeños comercios en tiendas o eran trabajadores de las haciendas en diversos oficios.

La Federación por demás nació con dificultades funcionales, que quedaron plasmadas en la misma Constitución federal. No se supo manejar el grado de soberanía de cada estado, y la reiteración de la capital en Guatemala, reprodujo las suspicacias y resquemores sobre los privilegios que esta región había acumulado desde la época colonial. La Constitución señalaba la posibilidad de que los estados se opusieran a determinado impuesto, y tras esa ambigüedad, vino el caos fiscal del gobierno federal, que se manifestó claramente en la lucha por controlar el monopolio del tabaco.
Y ahora, Usted también lo sabe.

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