Presidente Congreso Nacional 1994-1998
Nació el 10 de Marzo de 1950, En Tegucigalpa, Honduras. CA., Presidente de La Republica desde el 27 de Enero del 1998 al 27 de Enero del 2002. Hijo del periodista Óscar Flores y mayor de dos hermanos, tras cursar la educación secundaria en la Escuela Americana de Tegucigalpa ingresó en la Universidad del Estado de Louisiana en Baton Rouge, Estados Unidos, de donde salió con una licenciatura en Ingeniería Industrial y un máster en Economía Internacional y Finanzas.
Allí conoció también a su futura esposa y madre de sus dos hijos, Mary Flakes.
Luego de su retorno a Honduras ocupó puestos de responsabilidad en la empresa y la administración públicas, como gerente general de Conpacasa y miembro de las juntas directivas del Banco Central de Honduras, el Instituto de Seguridad Social y el Instituto Nacional de Formación Profesional.
También participó en la empresa privada y fue gerente y miembro de los consejos editoriales de Periódicos y Revistas, S.A., grupo que entre otros medios es propietario del diario La Tribuna, y Lithopress Industrial. Asimismo, ha pertenecido al mundo académico como director de sendas cátedras en la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y en la Escuela Superior Bancaria Centroamericana.
Desde finales de los años setenta desarrolló simultáneamente una carrera política en las filas del Partido Liberal (PLH), siempre vinculado al departamento de Francisco Morazán. De presidente del Consejo Departamental Liberal pasó a ser diputado, primero en la Asamblea Nacional Constituyente, de 1980 a 1981, y luego en el Congreso Nacional inaugurado en 1982 tras una década de gobiernos militares.
Sirvió de ministro de la Presidencia en el Gobierno de José Azcona del Hoyo (1986-1990), perteneciente como él a la fracción Movimiento Liberal Rodista dentro del partido, y en 1989 fue nominado candidato del PLH a las elecciones presidenciales del 26 de noviembre de aquel año, las cuales, transcurridas entre denuncias de irregularidades, dieron la victoria al candidato del conservador Partido Nacional (PNH), Rafael Leonardo Callejas Romero, quien con el 52,3% de los votos le superó en ocho puntos porcentuales.
En 1994 Flores fue elegido presidente del Congreso y tres años después recibió su segunda nominación para unas elecciones presidenciales, de las que habría de salir el sucesor de su correligionario y tocayo, Carlos Roberto Reina Idiáquez. En la jornada del 30 de noviembre Flores se impuso a la candidata del PNH, Alba Nora Gúnera de Melgar, viuda del ex dictador militar Juan Alberto Melgar Castro (1975-1978), con el 52,8% de los votos, mientras que en las legislativas el PLH confirmó su dominio en el Congreso Nacional con 67 de los 128 escaños. El 27 de enero de 1998 Flores tomó posesión para un período de cuatro años en un acto al que asistieron ocho presidentes de la región.
De inmediato anunció la adopción de un programa de ajuste económico, acordado con el FMI, para reducir la inflación, que pese al buen comportamiento de los últimos años seguía por encima del 10%, y corregir los desequilibrios de las finanzas públicas. Sin embargo, los desvelos económicos se tropezaron con la inmensa catástrofe del huracán Mitch, que a su paso a finales de octubre de 1998 arruinó la cosecha del banano, destruyó la tercera parte de las vías de comunicación y se cobró, según estimaciones del Gobierno, 6.000 muertos, 8.000 desaparecidos, 12.000 heridos y millón y medio de damnificados, esto es, casi la cuarta parte de la población de Honduras.
Flores declaró que el desastre iba a lastrar el crecimiento económico nacional durante años y multiplicó sus peticiones de ayuda internacional a un país ya de por sí apurado en recursos. Las labores de reconstrucción agravaron por de pronto el déficit de las finanzas públicas, pero, inopinadamente, 1999 registró un crecimiento económico del 5%, exactamente el mismo que el registrado en 1998, mientras que en 2000 la tasa fue del 6,2%, la más alta de Centroamérica.
Este comportamiento fue gracias a la asistencia financiera y humanitaria del exterior, que impidió también una escalada de precios en los productos de primera necesidad. En febrero de 2000, el Grupo Consultivo para la Reconstrucción, integrado por delegados de varios organismos internacionales, aprobó el plan de recuperación propuesto por el Gobierno de Flores y que cuantificaba las necesidades en 1.400 millones de dólares.
La respuesta positiva de la comunidad internacional a los requerimientos hondureños tras el paso del huracán reforzó la convicción de Flores de someterse a las políticas fondomonetaristas de deflación, austeridad presupuestaria y privatizaciones; estas últimas afectaron, con fortuna dispar, a los aeropuertos y a la empresa nacional de comunicaciones Hondutel. No obstante, otras reformas estructurales consideradas imprescindibles por los organismos donantes pero con un coste social a todas luces muy elevado, como las de la fiscalidad, el sector bancario y el servicio público, quedaron en suspenso.
Si gracias a la ayuda exterior las infraestructuras básicas del país pudieron ser enderezadas, la catástrofe del Mitch empeoró irremisiblemente, hasta extremos muy preocupantes, la situación de penuria, que en 2001 azotaba ya a 83.000 familias. La destrucción de cosechas se tradujo en un descenso del 9% en la producción agrícola, con el consiguiente impacto sobre el índice de pobreza, el 63%, y los de desempleo y subempleo, que en 2001 sumaron el 33% de la población activa. En el último año del mandato de Flores, nuevas inundaciones causadas por lluvias torrenciales y la contracción económica de Estados Unidos, primer socio comercial, repusieron en la picota las debilidades estructurales del tercer país menos desarrollado de América tras Haití y Nicaragua.
En el orden político, Flores completó la labor realizada por Reina Idiáquez en la desmilitarización de los poderes públicos y la sumisión de los militares al presidente de la República, no sin la resistencia de los afectados. El 18 de septiembre de 1998 el Congreso aprobó las reformas constitucionales que convirtieron al jefe del Estado en el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas con la facultad de nombrar a un civil para el Ministerio de Defensa, nombramiento que inmediatamente recayó en Edgardo Dumas Rodríguez.
El 30 de julio de 1999 Flores ejerció contundentemente su autoridad con la destitución en bloque de la cúpula del Ejército, cerrando la incertidumbre generada tras el intento fallido, el 16 de julio, de capturar el Estado Mayor por un grupo de 29 coroneles y otros altos oficiales. Por otro lado, el 26 de agosto de 1998 Flores creó el Ministerio de Seguridad dentro de las previsiones del Plan Nacional para combatir la delincuencia y la criminalidad, en ominosa progresión en los últimos años.
En 1999 el presidente hondureño tuvo que gestionar el grave deterioro de las relaciones diplomáticas con Nicaragua, a causa de la ratificación por Honduras en enero de 1998 del tratado de 1986 de delimitación de fronteras con Colombia, que supuso reconocer la soberanía de este país sobre las islas caribeñas de Providencia y San Andrés, reclamadas por Managua. La citada ratificación se produjo días después de que se llegara a un acuerdo de principio con El Salvador para cerrar el contencioso sobre la frontera terrestre común.
En febrero de 2000 unidades militares de Honduras y Nicaragua sostuvieron tiroteos con motivo de la delimitación de la frontera en el golfo de Fonseca, que encajona la salida del primer país al océano Pacífico, y los choques se reprodujeron justo un año después antes de que los dos gobiernos decidieran, en abril de 2001, someter la disputa al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.
El 4 de febrero de 1999 Tegucigalpa fue sede de una reunión extraordinaria de presidentes centroamericanos y el 29 de junio de 2000 Honduras adoptó con México un tratado de libre comercio en el ámbito multilateral del denominado Triángulo Norte Centroamericano, junto con El Salvador y Guatemala, el cual debía entrar en vigor el 1 de enero de 2002.
Flores llegó, pues, al final de su mandato con un balance incierto de luces y sombras, que los oficiales de su Gobierno siempre podían achacar a las desgracias de una naturaleza implacable. Hombre sobrio y discreto, a diferencia de otros mandatarios de la zona no se cernieron sobre él sospechas de corrupción -fenómeno rampante, al igual que la delincuencia común- ni tampoco acusaciones de hacer un uso patrimonialista del poder. También fue elogiado por su capacidad de liderazgo durante la crisis del Mitch y su gestión acertada de la ayuda internacional, que no fue succionada por la corrupción y que impidió la aparición de epidemias. También se ha ligado su presidencia a la normalidad democrática en Honduras, al menos en su lectura político-institucional.
Pero tras ocho años de administraciones liberales, en las elecciones generales del 25 de noviembre de 2001 la frustración acumulada en un electorado que sólo veía precariedad e incertidumbre en sus condiciones de vida se tradujo en la victoria sobre el postulante del oficialismo, Rafael Pineda Ponce, del candidato nacionalista, el empresario Ricardo Maduro Joest, a quien Flores transfirió los poderes el 27 de enero de 2002.
El marco de la toma de posesión fue aprovechada por Flores y los presidentes centroamericanos invitados a la ceremonia para suscribir en Copán una declaración de lucha contra la pobreza, la inseguridad ciudadana, el narcotráfico y el terrorismo, así como de prevención de desastres naturales y de fortalecimiento de la integración subregional. También, tan solo unas horas antes de producirse el relevo, el Gobierno de Flores anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, revirtiendo la decisión tomada en 1961 en el marco de las sanciones de la Organización de Estados Americanos (OEA). El restablecimiento de relaciones plenas culmina un proceso de acercamiento mantenido entre Cuba y Honduras desde 1990.
Carlos Roberto Flores es doctor honoris causa por la Universidad de Louisiana y tiene publicado el libro Forjemos unidos el destino de Honduras. Además de las responsabilidades arriba expuestas, ha estado afiliado a la Asociación de Ingenieros Industriales de Honduras, a la Asociación Nacional de Industriales, al Consejo Hondureño de la Empresa Privada, al Club Rotario de Tegucigalpa Sur y al Instituto Hondureño de Cultura Interamericana.
Fuente: http://www.congresonacional.hn